EL MENSAJE DE LA CRUZ.

Por Guillermo A. Morataya.

Lectura bíblica: 1 Corintios 2:1-2:

1 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
2 Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.


Reflexión: Debemos retornar a las verdades básicas del evangelio.


Vivimos una época donde el evangelio ha sido difundido de muchas maneras y en muchos lugares; y si bien existe aún persecución, también es cierto que muchas naciones se han abierto al mensaje de salvación; las iglesias evangélicas han proliferado de tal manera, que en una sola ciudad pudiesen haber decenas de congregaciones.

Existe también el fenómeno de las megas iglesias que albergan a millares de personas en un solo servicio. Sin embargo, en medio de toda esta aparente bendición, se encierra una triste realidad: muchos se han apartado de las verdades esenciales del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, y esto es visible no sólo en las predicaciones que se escuchan en los diferentes medios; sino también, en la música que este tipo de enseñanzas inspiran a las nuevas generaciones.

1. El mensaje de la cruz:

Cuando Pablo habla a la iglesia de Corinto acerca del mensaje el cual él proclamaba, dice: "me propuse no saber entre vosotros cosa alguna, sino a Cristo, y a este crucificado". Pablo sabía que lo único que puede dar salvación a aquel que se pierde, es el mensaje de la cruz. Pero basta echar un vistazo al tipo de enseñanzas de un buen número de congregaciones, y uno se da cuenta que el mensaje es otro; se predica sobre temas motivacionales, sobre cómo mantener una alta autoestima, sobre cómo tener éxito en la vida y en los negocios, y sobre muchas cosas más; pero no se enseña acerca del pecado, no se enseña sobre la necesidad del arrepentimiento, no se enseña sobre la necesidad de apropiarnos por medio de la fe del sacrificio vicario de Cristo.

No se enseña sobre la necesidad de negarnos a nosotros mismos, no se enseña sobre la necesidad de rendir nuestro ser completo al Señor y permitirle reinar en nuestros corazones. La muerte, resurrección y el advenimiento de nuestro bendito Salvador son temas que brillan por su usencia.

Vemos a muchos profesando una fe en Dios, pero sin haber entrado por la puerta que se llama Cristo, sin haber sentido jamás carga por sus pecados y sin haber recibido en sus corazones ni el sacrificio; ni el señorío de Cristo. Y van por allí quizás muy motivados, quizás reclamando para sí promesas del cielo; pero nadie les ha enseñado que las promesas del Señor son para aquellos que están en Él. (2 Corintios 1:20)

2. La necesidad de retornar a las verdades básicas del evangelio.

Pero si quitamos la base del mensaje del evangelio no nos queda nada, podremos construir y llenar grandes edificios, podremos llegar a tener grandes congregaciones que hallan alcanzado cierto grado de motivación y que tengan cierto éxito en su vida terrena; pero… ¿Qué de todo eso si habremos de ser desaprobados por el Señor en aquel día? ¿Qué de todo eso si el Señor habrá de demandar de nosotros la sangre de toda esas personas a las que fuimos incapaces de guiar por el camino de la vida?

Es necesario que cada ministro del evangelio reconsidere la manera como está desarrollando el trabajo que le fue confiado por el Señor. Y entender que no fue llamado a hacerse famoso, ni a llenarse de dinero; sino a enseñar el camino a la salvación, y un día habrá de dar cuentas ante El Príncipe de los pastores.

Conclusión:

Recordemos las palabras de Pablo a Timoteo: "Procura diligentemente presentarte ante Dios como un obrero aprobado, que no tiene nada de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad".

Dios te bendiga.

www.OrientacionesBiblicas.org

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