LA PROMESA DE DIOS ESTÁ A LA PUERTA.

Por Marco Marín Parra.


Daniel leyó Jeremías 29:10-14 así (Daniel 9:2):

10 Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar.

11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.

12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré;

13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.

14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.


La promesa de Dios se acercaba; el tiempo estaba cerca, la visita ya estaba a la puerta. Vendría a despertar sobre ellos su Palabra, < Mi buena Palabra.>

Daniel vió con sus ojos la palabra que estaba escrita, sintió una gran angustia y decepción con su pueblo porque la visita estaba ya a la espera, se cumplía la promesa de hacer volver a su pueblo al lugar de dónde los tomó.

Los años de cautiverio no habían servido a su pueblo. No los cambió, sino que los deleites de la Babilonia los cautivaron. Los surcos estaban duros, llenos de terrones, había que arar la tierra con lágrimas para deshacer los pecados del pueblo judío.

Daniel solo pudo volver su rostro a Dios en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Reconociendo el estado actual de su pueblo, clamando en confesión sincera para buscar la misericordia de Dios, la situación nuestra es similar, pero, no igual. Cristo prometió que vendría por su iglesia, y esa promesa está vigente hoy. Apocalipsis 22:14 dice: Bienaventurados los que lavan sus ropas. Es así como debemos estar esperando como dice Su Palabra.

No tenemos ninguna posibilidad como la tuvieron los deportados en Babilonia, solo esperar a Cristo con nuestras ropas blancas sin manchas. Lavemos nuestro corazón hoy, porque el tiempo ya se acerca. Apocalipsis 6:17: Porque el gran día de su ira ha llegado; y ¿quién podrá sostenerse en pie?

Hoy no podemos negar lo que vemos, lo bueno lo llaman malo, y lo malo bueno; la inmoralidad es normal verla por todas partes. Cuidémonos de hacernos cómplices con aquellas cosas. Leamos Mateo 24: 3-51: No nos conformemos con oír; Daniel leyó y volvió su rostro a Dios, y dobló sus rodillas por su pueblo; y nosotros debemos de perseverar hasta el fin, que es su venida, amén.

Si declaramos que amamos a Dios sin haberle visto, con mayor razón debemos amar a nuestros hijos, familia, nación e interceder por ellos. Dios no olvidó su pueblo que estaba en Babilonia, amén. Jesús no ha olvidado su promesa de volver por su Iglesia.

Iglesia despierta, levántate, la promesa está a las puertas, Jesús dice: estoy a la puerta y llamo. Déjale entrar a tu vida, abre el corazón a Cristo y entrégale tu vida al Señor.

El retorno no fue de todos, porque muchos siguieron buscando su propios deseos; se enredaron en lo material de Babilonia olvidando la gran promesa de Dios.

Hoy la Babilonia Moderna ofrece todo lo que te propones, y te hace creer en su propio poder, y nunca te habla de la gran promesa que Dios tiene para sus hijos que perseveran hasta el fin, amén.

Es dura nuestra tarea, no hay que perder el tiempo, sino mejor dicho, hay que ganar tiempo. Lavemos nuestro corazón delante del trono de la gracia, amén. Dobla tus rodillas y vuelve tu rostro a Dios.

En la cruz yo primero vi la luz, y fue allí donde lavé mis pecados y fui perdonado; no porque soy bueno o soy mejor que tu, sino por la sangre de Cristo fuimos redimidos.

Daniel 9:16: "Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro." Leamos y meditemos, será de bendición para tu vida, porque para mí ya lo es, amén.

Será hasta la próxima bajo la voluntad de Dios.

Tu hermano Marco Marin Parra.
Suecia - Lysekil
Bendiciones.

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