Archive for septiembre 2009

EL HOMBRE QUE NO ENTRÓ.

Por Hno. Guillermo Morataya.
Un tema basado en Números 20:7-12.

Pensamiento: En nuestra vida la gloria le pertenece al Señor.

El pasaje bajo consideración, nos habla de la actitud de Moisés, que trajo como consecuencia que Dios le impidiese entrar en la tierra prometida.

Dado el hecho que Moisés fué llamado con el propósito de no sólo guiar, sino también, hacer reposar al pueblo en la tierra que Dios les prometió; vale la pena considerar cuál fué el motivo que impidió a este hombre de Dios alcanzar uno de sus más grandes anhelos.

1. Recordando de dónde nos sacó el Señor.

Moisés fue sin duda alguna, el más grande líder que jamás ha tenido la nación judía; y Dios le usó de manera muy especial. Su respaldo de parte del Señor fué tal, que cuando se levantaba murmuración contra él, Dios obraba con gran furor en contra de los sediciosos; como por ejemplo, cuando Dios se levantó contra su hermana María y su hermano Aarón a causa de su rebelión contra Moisés, y les dijo:

“Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él.” (Números 12:6-8)

Sin embargo, pensemos un momento de dónde fué sacado este gran caudillo que Dios usó para abrir el mar Rojo, llamado Moisés. Al pensar en los inicios de este hombre, uno puede gozarse en la grandeza de la gracia de nuestro Señor; pues siendo Moisés parte de un pueblo condenado a la extinción, y cuyos padres en su desesperación por preservarle la vida, lo meten a una canasta y lo lanzan al río Nilo. Y de allí, de una situación de incertidumbre y desesperación lo sacó el Señor.

¿De dónde nos sacó el Señor a nosotros?; quizá cada uno tengamos nuestra propia historia, lo cierto es que todos éramos reos de condenación, perdidos en nuestros delitos y pecados; unos quizá éramos ladrones, otros adúlteros, otros homicidas y otros quizá habíamos caído tan bajo que hasta nos avergonzamos de recordar hasta dónde Satanás nos había arrastrado.

Pero hasta allí donde estábamos, allí donde nadie daba nada por nosotros, allí nos alcanzó la bendita gracia de nuestro Señor Jesús; y nos salvó, nos dió una nueva vida, nos hizo hijos de Dios, nos llenó de su gozo y de su paz y sanó todas nuestras heridas.

Así como levantó a Moisés, también hizo con nosotros: Nos dió una nueva oportunidad.

De la nada lo convirtió en el liberador de su pueblo, lo vistió de autoridad, le concedió grandes privilegios.

2. Cuando no le damos la gloria a Dios.

Este pasaje nos traslada más o menos treinta años después que el pueblo de Israel había pasado el mar Rojo; Moisés había visto la mano de Dios todo ese tiempo, su posición de liderazgo delante del pueblo era indiscutible.

Muchos problemas habían sido ya superados; sin embargo, el pueblo se vuelve a rebelar y murmuran por la falta de agua. Curiosamente Moisés no actúa como en otras ocasiones, y parece ser por su actitud, que se siente ofendido; sintió como si su liderazgo estaba en juego. Quizá pensó: "Todo lo que he hecho por este pueblo, y así me corresponden".

En otro tiempo Moisés venía e intercedía, lloraba delante de Dios por este pueblo, y lo hacía con un corazón de siervo. Pero por un momento se le olvidó que la gloria le pertenece sólo a Dios; se le olvidó aquella historia del niño que fué rescatado de las aguas de un río llamado Nilo.

Esto viene repitiéndose una y otra vez en la vida de muchos, ya cuando el Señor les está usando en alguna área, se sienten grandes; se olvidan de dónde Dios los ha sacado, y si Él les está permitiendo servirle, es por su gracia y misericordia.

El servicio al Señor, no debe ser jamás para darse a conocer, para demostrar que somos algo. El servicio al Señor debe ser por amor y gratitud a Él, y con el deseo de ser de bendición para otros.

Si bien cuando le servimos al Señor debemos poner lo mejor de nosotros, pues nuestro Dios merece lo mejor; no debemos servir por competencia, ni por vanagloria, pues Dios no recibe tal servicio.

3. Dios castiga la altivez.

Ante el problema que surge, Moisés y Aarón recurren a Dios, y Él les habla, y les dice qué hacer: “Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos, y darás a beber a la congregación y a sus bestias.” (v. 8)

Ellos reunieron a la gente, y les dijeron: “¡Oíd ahora, rebeldes!, ¿Os hemos de hacer salir agua de esta peña? (V10). Nótese que ellos estaban enfadados, en sus palabras se atribuyen la acción milagrosa a realizar: “¿Os hemos de hacer salir agua de esta Peña? Será que el motivo de su enfado era el hecho de que su liderazgo de más de treinta años estuviese siendo menoscabado por la rebelión del pueblo?

Algunas personas atribuyen el pecado de Moisés al hecho de haber gritado, otros dicen que su pecado fué el haber golpeado la Peña dos veces; sin embargo, el contexto de la escritura enseña que Dios es celoso y Él no comparte su gloria con nadie. (Hechos 12:23, 1 Corintios 10:31)

Conclusión.

Hermano, yo creo que lo que nuestro Señor dejó en su Palabra, para nuestra edificación fue escrito; han sido muchos los ministros de Dios, algunos con ministerios únicos, sorprendentes; pero tropezaron con su ego, se olvidaron que solo eran instrumentos, y El que hace la obra no es el hombre, si no El Dios Todopoderoso, y llega un momento donde el Señor dice: “Hasta aquí”. Por eso hermano, sin importar la manera que Dios te está usando, recuerda de dónde Él te ha sacado, y sírvele con gratitud, diligencia, amor y humildad.

Dios le bendiga,
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¿VALDRÁ LA PENA LUCHAR POR MI MATRIMONIO?

Por Ernesto Pinto.

Apreciado consejero,

Reciba mi saludo y felicitación por su labor.

Me atrevo a escribirle porque estoy al borde de la locura, y la razón es que mi matrimonio que era casi perfecto, ahora se ha convertido en una pesadilla.

Hace unos meses mi esposo me confesó que me engañó con otra mujer; en ese momento de la noticia yo estaba embarazada. Esa triste realidad me afectó mucho. Yo no quiero que mi matrimonio se destruya pero la verdad ya no sé que debo hacer, ¿irme o perdonarlo?

El dice que se siente confundido y que no sabe lo que sienta por mi; él ya no es lo mismo de antes.

Usted comprenderá. Yo vengo de un hogar cristiano y por mis valores yo creo que el matrimonio es para toda la vida, pero la verdad es que no puedo verle la cara sin imaginarme que estuvo con otra mujer. Muchas veces me repite que está conmigo por su hija.

¿Que hago, pastor? Por favor ayúdeme. ¿Valdrá la pena que siga luchando por mi matrimonio? O, ¿doy por terminado esta relación?

Por favor contésteme.........

Muy desesperada.


Respuesta:

Mi amiga, luchar por el matrimonio y el bienestar de los hijos siempre es saludable. Pero hay que ser sensatos, y reconocer que los problemas hay que tratarlos y buscar siempre la solución. Los problemas no se arreglan con el paso del tiempo o quedándose callada.

Hay que buscar la razón por la que su marido buscó refugio en otra mujer. Para usted el matrimonio era “casi perfecto” pero obviamente para el no. Hay que buscar como resolver “el casi”.

En la vida real no hay matrimonio perfecto. Muchas veces nuestra óptica utópica de la relación es lo que no nos permite abrir los ojos a lo que nos está pasando y cerramos la puerta a una verdadera comunicación. Y, luego aparecen “los casi” como este: “casi fuimos felices” “casi llegó a amarle” … “casi me comprende” etc.

En su nota usted me dice: “yo vengo de un hogar cristiano y por mis valores yo creo que el matrimonio es para toda la vida.” Le felicito, pero quiero recordarle que para bailar tango se necesitan dos. En un matrimonio es igual, aunque seamos diferentes tenemos que unificar nuestros valores; también, su marido tiene que cooperar y reconocer que necesita ayuda y mejorar la comunicación entre ustedes.

Ahora, mi pregunta para usted es ¿Por qué razón su marido confesó la infidelidad? ¿Es porqué lo agarraron con las manos en la masa? O, ¿por arrepentimiento genuino? Si es por lo segundo, entonces “casi” tenemos el problema resuelto.

Señora, me permito recordarle que además del valor de que el matrimonio es para toda la vida; otro de los valores cristianos (y es el que menos practicamos) es el perdón. ("Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en el cielo les perdonará a ustedes sus pecados." Marcos 11:26) Es pues imperante para nosotros los seguidores de Cristo perdonar.

Ahora bien, sobre el tema del perdón, hay aquí dos opciones:

Primera: si su marido NO pide perdón, usted como cristiana puede decidir perdonarlo, para salud de su propia alma, pero eso solo la beneficiara a usted y no resolverá el conflicto como pareja.

Segunda: si su marido solo confesó y no pidió perdón, la confesión es “casi perfecta”. Su marido necesitará pedir perdón y ese será el comienzo de una reconciliación y el comienzo de un proceso de una nueva forma de comunicarse en su matrimonio.

Por ultimo permítame decirle: No pierda esperanza. Acérquese a Dios y pida su intervención en vuestra relación. Mucha gente busca ayuda por todos lados, hasta en la brujería y nada le funciona, por eso han sacado a Dios de sus asuntos familiares. Vuélvase a El. (Jeremías 33:3 dice: “Clama a mi y YO te responderé.”)

Nuestro es un Dios de milagros y si usted se lo pide, El hará un milagro en el corazón adúltero de su esposo. Pero también pida para usted mucha gracia, amor y sabiduría (Gálatas 5:22, 23 ) para resolver la crisis y dialogar con transparencia con su esposo. (Favor leer Efesios 5)

Bendiciones, y hasta la próxima.

Ernesto Pinto
www.encuentro.ca
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EL PERDÓN, UN REGALO DE DIOS!

Por Sindy Cándido.
"Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo." (Efesios 4:32)

Lamentablemente, el perdón es una de las virtudes más escasas en los seres humanos. Cuando todas las personas entiendan que este es un regalo y que lo damos a las personas, no porque lo merezcan, sino porque así lo deseamos; las relaciones interpersonales serán diferentes.

El perdón es una manifestacion de amor profundo; ya que "el amor es sufrido, es benigno y no guarda rencor" (1 Corintios 13:4-5)

La persona que perdona ejerce dominio sobre el odio y el deseo de venganza. "Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio." (2 Tim 1:7)

Los que perdonan buscan agradar a Jesús, quien puso el ejemplo cuando perdonó a los que le crucificaron. "Padre —dijo Jesús— perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34)

Ademas, los perdonadores saben que sólo perdonando pueden asegurarse el perdón divino.

El perdón de Dios, es el mejor regalo que Cristo nos pudo dar al morir en la cruz del Calvario por nosotros.

Debemos de perdonar de todo corazón y no sólo con la boca, ya que Dios mira nuestros corazones y conoce bien los pensamentos que hay en cada uno. Todos ofendemos en algo a alguien. Nuestro deber es pedir perdón con humildad y con la determinación de no volverlo a hacer. Pero no podemos esperar mayor perdón que el que nosotros mismos estamos dispuestos a dar a los que nos ofenden.

"Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores." (Mateo 6:12)
"Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano. " (Mateo 18:35)

Hermanos, somos humanos y cometemos muchos errores diarios, pero debemos de poner de nuestra parte y perdonar a quienes nos ofenden; asimismo, pedir perdón por nuestras faltas diariamente.

QUE DIOS NOS AYUDE A HACER SU VOLUNTAD!!!


Sindy Cándido.
Tema relacionado: El perdón, poderosa medicina para el corazón herido, y fuente de vida y salud para el alma y el espíritu.

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LA LIBERTAD QUE NO PERJUDICA.

Predicación de sub zona Misión Cristiana Elim de El Salvador.
Filial Santa Ana.

Pensamiento: Nuestro caminar debe ser tal, que no estorbemos el camino de la salvación a otros.

Lectura bíblica: 1 Corintios 8:8-13
8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.
9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.
10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?
11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.
12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano."
El apóstol Pablo es uno de los más grandes expositores de la doctrina de la salvación por gracia, él más que nadie sabía que si una persona era salva, es por la pura misericordia de Dios y no por merito alguno.

El hombre no se salva por sus obras, sino es el amor de Dios que busca, llama, limpia, y cambia la vida del hombre; todo esto para que la excelencia de la gloria le pertenezca sólo a Dios; pero también para que en el corazón de aquellos que hemos sido alcanzados por esa gracia, haya un corazón lleno de gratitud y amor para Aquel que nos salvó.

1. El cristianismo: Más que religión.

La religión y el mundo enseñan que la manera de agradar a Dios, es a través de las obras y la observación de ciertas costumbres; de allí el esfuerzo del hombre por abstenerse de ciertos alimentos, guardar algunos días, participar de algunos ritos; pensando que de esa manera se agrada a Dios, y quizá así Él les conceda la salvación.

Sin embargo, aquellos que hemos sido lavados por la sangre preciosa de Jesucristo, sabemos que la obra de la cruz es más que suficiente para nuestra salvación; y el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de esa verdad; también nuestra vida cambiada es un testimonio de esa realidad, y si bien cada día nos esforzamos por agradar al Señor, es por amor y gratitud a Él, y no una manera de buscar la salvación, pues el Señor ya nos hizo salvos.

Esta es la razón por la cual el apóstol Pablo le hace ver a la iglesia de Corinto, que no es lo que uno come, o lo que uno no come lo que define nuestra salud espiritual, el evangelio es algo más profundo que una porción de comida, el evangelio es una relación personal con el Señor, donde nosotros hemos recibido su gracia y eso nos mueve a honrarlo cada día.

Y tenemos libertad para vivir, ya no con ese temor enfermizo que Dios me va a condenar si no cumplo con algún rito, o si no me abstengo de este u otro alimento.

2. Nuestra libertad no debe dañar a otros.

El apóstol Pablo era un hombre que valorizaba grandemente la obra de Dios; tanto así, que era la razón de su vida; él más que nadie sabía el valor que una sola persona tenía ante el Señor; él sabía que valían tanto, que Jesús mismo pagó con su sangre para que el hombre fuese salvo por la fe en ese sacrificio.

Era tan grande el valor de una tan sola persona para el apóstol, que él acondicionaba su libertad en Cristo a la edificación de los demás; y hablando de los alimentos, él sabía que no era algo que dañaba su relación con Cristo, pero entendía también que había gente de débil conciencia, a cuyos ojos el comer carne era algo pecaminoso (v.13). Vivían en constante temor, pues esa carne podría proceder de animales sacrificados a los ídolos y creían que si alguien comía de esa carne caería en pecado. Pablo sabía que no era así; sin embargo, en pos de la salud espiritual de los débiles en la fe el dice: “Si por comer carne hago caer a mi hermano débil en la fe, no comeré carne jamás” (v.13).

¡Qué principio tan hermoso! que el Señor nos muestra a través de las palabras del apóstol, nuestro amor a nuestro prójimo debe ser tal, que debemos sacrificar nuestras libertades para preservar en la fe a nuestros hermanos de conciencia débil.

Existen en el pueblo de Dios costumbres que pueden cambiar de congregación a congregación; en la manera de vestir, algunas congregaciones son más conservadoras que otras, al grado de que algunas creen en la uniformidad en el vestuario, otras tienen distintas maneras de expresión en la hora de alabar al Señor, otras separan a los hombres de las mujeres dentro de la congregación, otras creen que se debe orar de rodillas antes del desarrollo de cada una de las partes de un culto.

Todas estas costumbres no definen la posición espiritual de una persona, y no deben convertirse en motivo de discordia y tropiezo para el pueblo de Dios.

Mi libertad no debe ser tropiezo para otros en este aspecto de las costumbres en la celebración de un culto, y esto debe ser observado por todo ministro antes de introducir cualquier cambio brusco en la liturgia de una congregación. Pero, ¿qué hay de las costumbres fuera de la congregación?, el principio debe ser el mismo: Si alguien se va a escandalizar por verme asistir a un teatro, o a participar de una celebración fuera del ámbito cristiano, mejor me abstengo.

* Si mi manera de vestir va a dañar a otros, mejor por amor a ellos lucharé por ser más discreto.
* Si una actuación de mi parte va a provocar malicia y hacer tropezar a mi hermano débil mejor no lo hago.
* Si con mi ropa llamo la atención de tal manera de crear sentimientos pecaminosos en otros; mejor no me visto de esa manera.
* Si mis palabras pueden dañar a otros porque pueden ser mal interpretadas, mejor me abstengo de decirlas.

Conclusión.

Nuestro caminar debe reflejar el amor a nuestro prójimo, y no debemos creer que por el hecho de haber nosotros alcanzado cierto grado de madurez, podemos actuar de manera irresponsable dañando la conciencia de otros; recordemos siempre las palabras del apóstol: “Si por comer carne hago caer a mi hermano débil en la fe, no comeré carne jamás.

Dios le bendiga.

Guillermo A. Morataya.
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