LA ORACIÓN QUE TRAJO LLUVIA.

Por Marco Marín Parra.


Lectura bíblica: 
1 Reyes 18:41-46:

41 Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye.

42 Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.

43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces.

44 A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje.

45 Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.

46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.


Elías se fue solo a hablar con Dios... !Oh el privilegio y el poder de la oración secreta!

Cuando los siervos de Dios están con Él cara a cara sin ser perturbados por la presencia de otra persona, la oración alcanza su plano más elevado.

Los hombres de poder en toda la historia de la Iglesia han sido personas que han pasado mucho tiempo en lugar secreto orando a Dios. Allí han oído la voz del Señor, y han visto claro la visión espiritual. También han recibido la comisión del Rey, y sus labios han sido tocados con llama de fuego.

Les ha llegado el revestimiento de poder, y sus corazones han sido cargados de amor para con los perdidos. Allí ha sido revelada la sed de la Iglesia, y dada la promesa para una lluvia de bendición abundante.

La oración de Elías era definida; se necesitaban muchas cosas, y eran cosas por las que había que pedir a Dios. Ahora bien, el profeta tenía un deseo supremo, y sobre esa petición enfocaba su fe. El deseaba lluvia, y la deseaba con toda su alma; tanto que no podía pensar en otra cosa.

Ni tampoco pedir otras cosas, lo que quería y necesitaba era lluvia, y la consiguió. Hay muchas cosas que en las iglesias tenemos necesidad, pero hay un deseo supremo que sobrepasa a todos los demás. Es la lluvia de bendición para una tierra seca; un verdadero avivamiento espiritual que se levante en medio de las iglesias, y sacuda a las naciones con un verdadero terremoto moral.

Elías tenía fe; mientras que oraba, envió a un joven para que mirara si venía la respuesta. Esperaba con convicción alguna señal de tormenta; si ésta no venía, se hubiese asombrado y desconcertado.

Mira otra vez!... Mira otra vez! era el triunfo de la fe. Elías mantuvo su fe hasta que vió la respuesta; por seis veces su siervo le comunicó que no veía nada! Pero el profeta sabía lo que esperaba. Debía venir algo para la tierra seca y resquebrajada por la terrible sequía, algo para el sufriente pueblo de Israel.

Asi que, con la cabeza inclinada sobre sus rodillas en señal de humillación y súplica, mantuvo su fe con toda resolución. Dios va a oir; su brazo de liberación debe alargarse, las ventanas del cielo deben abrirse, las fuentes de aguas deben derramarse.

Oh, pastores, ancianos, obreros, líderes, iglesias, imitemos la actitud de Elías. Postrémonos en humillación y súplica; oremos como nunca hemos orado antes. Roguemos por una necesidad grandiosa, con un sentido de pena y arrepentimiento debido a nuestra infidelidad del pasado.

Manifiéstate a nosotros, oh Dios,
Danos visión por las necesidades de tu Iglesia en el tiempo de crisis.
Haz que trabajemos incansablemente.
Quita de nuestros ojos el sueño,
Y danos una verdadera agonía por los deseos espirituales.
Que podamos luchar hasta que la nube de la promesa aparezca en el cielo.

Esta es la clase de oración que trajo la lluvia en los días de crisis para Israel. Esta es la oración que traerá un avivamiento a la Iglesia de Dios en nuestros tiempos, e inundará toda la tierra con una gran diluvio de gracia, amén.

Una vez más, dándole toda honra y gloria a mi bendito Dios.
Padre, Hijo y Espíritu Santo, amén. Y a tí mi hermano de la fe, sigamos, nos nos detengamos; es largo el camino que nos resta, pero con Cristo somos más que vencedores, amén.

Tu amado hermano Marco Marin Parra.
desde su pueblo para tu tierno y humilde corazón, amén.

Suecia - Lysekil
Bendiciones.

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