EL MATRIMONIO NACIÓ EN EL CORAZÓN DE DIOS (II)

Por Guillermo Morataya.

Pasaje bíblico: Génesis 2: 18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne, 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

Reflexión: "Debemos retornar a los principios divinos para construir verdaderos hogares."

Me llamaba poderosamente la atención, la preocupación de una hermana en Cristo, la cual me buscó para que me acercara a una pareja de jóvenes que pronto iban a casarse, para que les aconsejara respecto a las responsabilidades que trae consigo el matrimonio. Y realmente, existe una necesidad no solo que las parejas jóvenes sean instruidas en estas verdades, sino también, todos aquellos que hemos ya formado un hogar, para que de esta manera sepamos ser buenos administradores del hogar que Dios nos ha dado.

Quiero en razón de lo anterior, compartir con ustedes otros principios bíblicos respecto al matrimonio:

4. El principio de la unidad.

Volviendo a nuestra cita bíblica, La Palabra de Dios dice: "y los dos serán una sola carne". El Señor expresa el deseo de la unidad que debe existir en una pareja, ya no son dos sino "uno".

Debemos entender que para que un hogar funcione, sus miembros deben desechar todo tipo de egoísmo, se debe entender que al unirse en matrimonio, hemos formado "un equipo", el cual debe tener un objetivo común para que funcione y alcance el éxito.

Jamás debe verse al cónyuge como un rival, sino mas bien, como un íntimo compañero; sus triunfos deben ser nuestros triunfos, sus alegrías deben ser nuestras alegrías, sus tristezas deben ser nuestras tristezas, nuestros bienes deben ser los bienes de ambos; en fin, todo lo que hagamos debe girar en beneficio de nuestro hogar.

Se debe entender que si antes en nuestra soltería administrábamos nuestros ingresos para nuestros propios beneficios, hoy debemos pensar en el beneficio de ambos; quizá debamos sacrificar muchas veces nuestras propias conveniencias en pos de beneficiar nuestro hogar.

No debemos jamás sacar a relucir lo que hemos hecho por nuestra pareja con el objetivo de avergonzarle, si cuando nos casamos quizá seamos lo que aportamos los bienes, porque nuestra pareja es de una condición más humilde, nunca se debemos hacerle sentir menos por esa causa. Existen personas "ignorantes", que en momentos de enojo, han llegado a decir a gritos a su pareja: "Todo lo que está en esta casa me pertenece, tú cuando viniste aquí, no traías ni dónde caer muerta", ¡qué gran daño estamos haciendo a nuestro hogar, luego aunque pidamos perdón, las secuelas quedan y causan daños irreparables en nuestra familia.

Según este principio de la unidad, no hay lugar para el maltrato, ni físico, ni psicológico; somos uno con nuestra pareja, una sola carne dice La Escritura, y ninguna persona normal se maltrata a sí misma, al contrario se cuida, se alimenta, procura lo mejor para sí. Quizás alguien pensará: Este hermano dice eso por que no conoce con quien estoy yo casado, en mi casa si medio bajo la guardia, "hacen caballo de mí".

Yo le puedo decir algo: Ninguna pareja por mala que sea devolverá mal si usted le da bien, ámela, trátela de manera especial, ore por ella, sea responsable, y verá cómo cambia esta persona; pero el problema muchas veces radica, en que nosotros queremos ver actuar bien a nuestras parejas, y nosotros mismos actuamos muchas veces peor que el mismo diablo con ellas; no se olvide lo que la Biblia dice: "El que turba su casa, heredara vientos" (Proverbios 11:29).

5. El principio de la intimidad.

Dios puso en el hombre y la mujer los impulsos sexuales, y dispuso que sean satisfechos en la intimidad del hogar; nuestros primeros padres gozaban de esa intimidad y producto de ello procrearon hijos.

Para que un hogar camine en esa área, ambos miembros del hogar deben aprender a conocerse y a satisfacerse mutuamente; el apóstol Pablo aconseja a los casados: "El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y así mismo la mujer con el marido" (1Cor.7:3), y luego dice: "No os neguéis el uno al otro".

En nuestro concepto machista, el hombre busca satisfacerse y se olvida que la mujer tiene necesidades que llenar, y él está en la responsabilidad de satisfacerla.

La mujer puede y debe jugar un papel activo en la relación sexual; el proverbista dice: "Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como sierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre" (Proverbios 5:18-19). Si ambos miembros de la pareja aprenden a conocerse y a satisfacerse mutuamente, difícilmente serán tentados a una infidelidad.

He estado repitiendo la palabra: "Conocerse", pues, no solamente se trata de exigir que nuestros impulsos sean satisfechos, el hombre sabio conoce la sexualidad de su pareja; y es que la sexualidad del hombre es completamente distinta ala sexualidad de la mujer. El hombre debe aprender a respetar a su mujer en sus periodos menstruales, debe entender que normalmente unos días antes, y unos días después de este periodo, algunas mujeres presentan un cambio hormonal que les altera, y las indispone al acto sexual, y si hay un rechazo en ese periodo, no se trata de que ya no los quiera la señora, ni mucho menos que tenga otro, sino se trata de las razones que ya hemos hablado, asi que, mejor báñese, ore, lea, haga ejercicio, en fin, distráigase y espere unos días a que las cosas se normalicen.

Otro aspecto importante a tocar, es que si bien el sexo dentro del hogar debe ser creativo con el objetivo de satisfacer la sexualidad de ambos, no debemos olvidar que cada órgano tiene su función, y no debe darse un uso indebido a nuestros órganos; pues eso apartaría la sexualidad de su propósito, y caeríamos en el pecado de la lujuria; sin importar de dónde El Señor te halla sacado, acuérdate que hoy eres una nueva criatura, las cosas viejas pasaron; se debe disfrutar respetando la integridad de la pareja.

Conclusión.

Espero en Dios que estos consejos sean de bendición para tu vida matrimonial, y si aun no estás casado, te puedan ayudar cuando lo estés.

Dios te bendiga.
Guillermo A. Morataya
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