EL MATRIMONIO NACIÓ EN EL CORAZÓN DE DIOS (I)

Por Guillermo A. Morataya.

Pasaje bíblico: Génesis 2: 18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne, 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

Reflexión: Debemos retornar a los principios divinos para construir verdaderos hogares.

Se nos enseña en las aulas escolares que la familia es la base de la sociedad, en otras palabras, la sociedad misma reconoce a la familia como su base; sin embargo, la sociedad está enferma de diversos males, y no se da cuenta que la fuente de sus males está precisamente en su base: La familia; y el origen de estas enfermedades, es que se nos ha olvidado que el Creador de la familia es el Dios de los cielos. La familia nació en el corazón de Dios; fue Dios quien la creó con propósitos específicos, y fijó principios para que los hogares funcionen formando personas realizadas, con valores de provecho, temerosas de Dios.

Pero este mundo ha sacado a Dios de la familia, y paga el precio caramente, pues día a día afloran el egoísmo, la perversión, el odio, la violencia y muchos males más que dañan nuestra sociedad. Por eso, hoy quiero de manera sencilla tocar algunos principios que Dios nos dejó en Su Palabra respecto a la familia, esperando sean de bendición para su vida.

1. El hogar empieza cuando se unen en matrimonio un hombre y una mujer.

La Biblia dice que Dios creó al hombre, lo hizo a su imagen y semejanza, puso en él necesidades sociales, por eso el hombre antes de tener un hogar se sentía solo (v18).

Y Dios viendo la necesidad del hombre le dio una mujer. Quiero detenerme un poco en este punto que parece muy obvio, sin embargo, parece ser que al mundo se le ha olvidado. El primer hogar se inició con una "pareja" formada por un hombre y una mujer; pero hoy nuestras sociedades quieren formar hogares uniendo no una pareja sino un "par" de personas del mismo sexo; cuán alejados estamos de la voluntad de Dios y de sus propósitos para el matrimonio cuando lo pervertimos de esta manera.

Medite en esto un momento:

Dos personas del mismo sexo no pueden argumentar amor; pues el amor no hace nada indebido; más bien es una loca, perversa y pecaminosa pasión, alejada completamente de la voluntad de Dios.

Dos personas del mismo sexo no pueden procrear hijos; pues sus órganos son incapaces de procrear, no puede un hombre quedar embarazado, ni puede una mujer embarazar otra mujer.

Dos personas del mismo sexo no pueden tampoco crear hijos en adopción, pues los arrastrarían a su vida pecaminosa y egoísta, los hijos adoptivos terminarían abrazando la homosexualidad.

En algo tan obvio, el mundo tropieza y hoy se acepta la homosexualidad como algo normal; se le llama "preferencias sexuales", y hoy existen países que conciben matrimonios homosexuales, existen personalidades que descaradamente publican su homosexualidad; sin embargo, la Biblia le llama: Pecado, y es clara en decir que los homosexuales no heredarán el reino de los cielos (1ª Corintios 6:9).

2. El principio de la exclusividad.

La Palabra de Dios enseña que el matrimonio es una unión exclusiva; Dios le dió al primer hombre "una mujer"; y la primera mujer tuvo "un hombre" (v22); y más adelante dice: "Y los dos serán una sola carne" (v24). Este es otro principio que nuestra sociedad ha olvidado, y la imagen que el mundo proyecta de un verdadero hombre, o de una verdadera mujer es la imagen del adulterio y la prosmicuidad.

El verdadero hombre es aquel que conquista más mujeres, la verdadera mujer es aquella que sabe seducir más hombres; los jóvenes experimentan desde una edad muy temprana una vida prosmicua y sin valores, y lo ven como normal; salir con alguien es tener sexo con ese alguien; y esos valores tan bajos son los que se llevan hasta el matrimonio.

Cuántos males se hubiese evitado el mundo si tan sólo se observara este principio divino de la exclusividad; cuántas enfermedades y cuántas muertes se hubiesen evitado; sólo de SIDA desde que se conoce la enfermedad han muerto infinidad de personas; cuántos niños producto de esas vidas prosmicuas al verse sin un hogar se han envuelto en vicios y perversiones.

Pero el verdadero hombre es aquel que sabe ser marido de una sola mujer; y la verdadera mujer es aquella que sabe ser mujer de un solo hombre, ése es el modelo de Dios.

3. El principio de la separación del hogar paterno.

La Biblia dice: "Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer” (v.24).

Antes de casarse, el hombre debe prepararse y no aventurarse precozmente, la pareja debe saber, que su hogar para que funcione adecuadamente, deberá ser formado separado del hogar paterno de cualquiera de los dos cónyuges.

Las razones son muchas, entre ellas, está el hecho de que ambos iran aprendiendo la manera de desarrollar paulatinamente sus funciones; si están junto a los suegros, ellos querrán hacerlos actuar con la madurez que a ellos les ha costado años; por ejemplo, la suegra querrá que la nuera cocine con los detalles que ella cocina, que haga las cosas de la casa con la presición que a ella le tomó años hacerlo; y si se trata de la suegra de él, querrá que él actúe con gran presicion en sus responsabilidades, e incluso presionará a su hija para que le exija más de lo que su marido puede dar; y qué decir de la influencia de los suegros cuando nacen los hijos.

No hermano, mejor pensemos como dicen aquí en mi pueblo: "El que se casa, casa quiere”.

El principio de la separación del hogar paterno, no solo se refiere a vivir separados de los suegros; sino también, a aprender a desarrollar nuestro propio hogar, a tomar nuestras propias decisiones; no quiero decir con esto que desecharemos un buen consejo de nuestros suegros, de ninguna manera, me refiero a lo siguiente:

Nuestra esposa es nuestra esposa, y no debemos querer que actúe como nuestra madre al reprocharle sus errores y compararla con nuestra madre; ¡cuidado!, eso daña la autoestima de la pareja, y lo más probable es que en un momento de cólera nos manden a vivir de regreso con nuestros padres.

Otro aspecto que implica la separación, es el hecho de no compartir con nuestros padres los aspectos negativos de nuestra pareja; no estoy diciendo que si hay algún abuso grave, no vamos a buscar ayuda de nuestros padres, no; me refiero a no hacerlos participes de aquellos aspectos cotidianos que se dan dentro de una pareja dado a nuestras imperfecciones; puesto que si lo hacemos, vamos a hacer que nuestros padres detesten a nuestra pareja; seamos sabios, "la ropa sucia se lava en casa".

La separación del hogar paterno implica también la no dependencia económica de nuestros padres; no digo con esto que ellos no pueden ayudar en un momento de necesidad, o que vamos a rechazar algún regalo que ellos nos hagan en un momento determinado; no, me refiero a convertir nuestro hogar en una carga para ellos, esto no debe ser, pues les daría a ellos autoridad para intervenir en decisiones propias de nuestro hogar.

Conclusión:

Estos son algunos principios que Dios nos ha dejado en Su Palabra respecto a la familia, posteriormente tocaremos otros; sería saludable que si no los estamos viviendo, le pidiéramos perdón al Señor, y empezáramos a llevarlos a la práctica.

Dios le bendiga.
Guillermo Morataya.

www.OrientacionesBiblicas.org

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