La entrada triunfal.

Por Marco Marin Parra.
Un tema basado en Marcos 11:1-11:

Entramos ahora en la semana de La Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, y los grandes acontecimientos de dicha semana.

Jesús entra triunfalmente en Jerusalén, maldice a la higuera estéril, arroja fuera del templo a los que hacían de él un lugar de mercado; conversa con Sus discípulos acerca de la higuera que se secó, y responde a quienes le pedían cuentas por lo que había hecho en el templo.

Aquí tenemos el relato de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén. Llegó a la ciudad en esta forma para mostrar que no tenía miedo al poder, y a la maldad de sus enemigos en Jerusalén; no quiso entrar de incógnito en la ciudad como quien no se atreve a dar la cara, para mostrar que no se sentía deprimido o turbado ante el pensamiento de los inminentes padecimientos.

No solo llega en público, sino que también con rostro sereno y tranquilo... ¡Triunfal! El aspecto externo de este triunfo era muy modesto, pues entró sentado en un pollino prestado. Examinemos:

Nació en un establo prestado, comió La Pascua en un aposento prestado, entró montado en un pollino prestado y fue sepultado en un sepulcro prestado. El maestro, Nuestro Señor no se avergonzó de ello. Tampoco disponía de una montura suntuosa, sino que echaron sobre el pollino sus mantos (V.7), a fin de que Jesús pudiese cabalgar con cierta comodidad.

Se cumplía así la profecía de Zacarías 9:9 al no disponer tampoco de ricas alfombras para los pies de su cabalgadura. "Muchos extendieron sus mantos en el camino" (V.8), otros tendían por el camino ramas que habían cortado de los árboles, como acostumbraban los antiguos hacerlo en las pompas solemnes; como aun hoy siembran flores y hierbas aromáticas en algunos lugares, las calles por las que van a pasar personas pertenecientes a la realeza.

Esto nos enseña, por una parte, a no buscar por nosotros mismos recepciones y acogidas suntuosas; sino, condescender con lo que nos presentan con buena voluntad. Por otra, a recibir con alegría al Señor que viene a nosotros en humildad, como "no para que le temamos por su poder, sino para que le amemos por su mansedumbre".

El lado interior de este triunfo era muy grande. Cristo mostró su conocimiento de cosas distantes y Su poder sobre la voluntad de los hombres, cuando envió a Sus discípulos para que le trajeran el pollino (V. 3). Mostró Su dominio sobre las criaturas, al mostrar un animal "sobre el cual todavía no se sentó ningún hombre" (V. 2).

El original da a entender que el lugar donde se hallaba atado el pollino era un recodo, o encrucijada de dos calles; donde era difícil que alguien se lo llevase sin que lo advirtiera el dueño. Es un detalle que confirma una vez más, que Marcos escribía informado por Pedro, quien era con gran probabilidad, uno de los discípulos que fueron a buscar el pollino.

No deja de ser conmovedora y alentadora la frase que, acerca del pollino dice Jesús: "Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita" (V. 3).

¿Puede algún creyente sentirse inútil, cuando aún El Señor del cielo y tierra, para entrar triunfalmente en Jerusalén tuvo necesidad de un pollino? (Este pobre asno no ha dejado reliquia siquiera).

¿No podría yo consolarme de ser como él, bastante gris y sin relieve, porque también ni tenéis necesidad para vuestra obra? Cuando el descorazonamiento me abruma, cuando arrastro detrás de mí esta idea pesada de que, no teniendo mucho valor, no podré hacer nunca algo que valga la pena, cuando el demonio mismo me predique una falsa humildad y me diga que basta con resignarse.

¿No debería desechar con un gesto todos esos consejeros de derrota, todos esos pensamientos de capitulación, y acordarme de que hay un medio de prestarle servicio hasta la muerte, y que Él es el resumen de la Ley de los profetas?

Vemos ahora cómo recibió Jesús los gozosos "hosannas" de la gente, y que el mismo Dios puso en el corazón de la multitud; cómo unos días después puso el diablo en el corazón de muchos el grito de "¡crucifícale!".

La palabra hebrea "hosanna" significa ¡salva ahora! Aclamaron su persona (V. 9): "¡Bendito el que viene en nombre del Señor!". ¡Bendito el tan prometido y tan esperado! Así hemos de darle nuestro aplauso, pero sobre todo, nuestro corazón.

Es un Bendito Salvador que viene a traernos bendiciones. Pero ¡qué responsabilidad!: "mirad que no desechéis al que habla" (He 12:25). ¿Prefieres obedecer al diablo para ser castigado que a Cristo para Salvarte? (Ro 6:23). ¿Puede haber locura de peor linaje que ésta? El diablo os conduce al infierno, pero Cristo, al reino de los cielos. Y, sin embargo, dejáis a Cristo y vas en pos del diablo.

El Uno os sale al encuentro, le rechazáis; el otro que está lejos, le llamáis. Es como si un rey vestido de púrpura y ceñido de diadema no lograra persuadiros, y en su lugar persuadiera un bandido con un puñal en su mano amenazando de muerte.

Le desearon parabienes en su empresa: "Bendito el reino venidero de nuestro padre David" (V.10). Creían que Jesús tenía un reino y que ese reino era de su padre David, un reino y un rey venido en nombre del Señor, ¡Bendito reino!

Oremos por Su Venida: "Venga a nosotros tu reino" (Mt 6:10; Lc 11:2); apresuremos Su llegada (2 Pe 3:12), ya que reinaremos con Él (Ap 5:10; 20:4; 22:5). Cristo, así acogido y aplaudido, vino a la ciudad y entró en el templo (V. 11). Miró todo alrededor, aunque por nosotros no dijo nada ni tocó cosa alguna hasta la mañana siguiente.


Escuche el mensaje aquí.

Hay quienes piensan que Dios no existe, porque está callado y no hace milagros para desbaratar los planes de los impíos. Esta fue la tentación de Asaf en Salmo 73:2; pero dichoso es quien, como él (V. 25) puede decirle al Señor: "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra."

Tengamos confianza en que Dios ve toda la maldad que hay en el mundo, como ve todo lo bueno y lo malo que hacemos. Aunque sea un Dios silencioso, no es un Dios silenciado. Su silencio no es importante, "sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento." (2 Pe 3:9).

Hecha la meticulosa inspección en el templo, Jesús se retiró con sus discípulos a Betania donde pasó la noche. Amén. Bendice Alma mía a Jehová.

Una vez más te doy las gracias mi bendito Salvador, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Hno Marco Marin Parra.
Suecia - Lysekil.
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