LA SORPRESA DE MEDIANOCHE.

Por Marco Marin Parra.
Basado en Mateo 25:1-9.

EL GRITO QUE DESPERTÓ A TODAS:
    "Y a la medianoche, se oyó un grito: ¡Aquí viene El Esposo; salid a recibirle!"
Aunque Cristo se tarde, sin embargo, es segurísimo que vendrá; aunque parezca lento, viene a tiempo.

Sus amigos hallarán para su gozo y consuelo, que la visión es verdadera; aunque es para días lejanos (Daniel 8:26). El año y el día de nuestra redención (Ro 8:23) están fijados, y llegarán puntualmente. La venida de Cristo puede ser para nosotros a medianoche, cuando estamos durmiendo; pero la sorpresa de Su Venida no hará que mengue nuestro gozo, sino que, lo aumentará.

Vendrá cuando sea su tiempo, no solo para mostrar Su soberanía, sino también, para que perseveremos en el cumplimiento de nuestro deber. Y cuando venga, debemos salir a recibirle.

¡SALID A RECIBIRLE!

Es una llamada a los que ya están habitualmente preparados, para que se apresten a darle la bienvenida. El anuncio de Su venida será a gritos, para despertar a los que duermen. Su primera venida pasó desapercibida a casi todo el mundo, y no se decía: Mirad aquí está Cristo, o allí (Mt 24:23); pero en Su Segunda Venida, todo ojo le verá.

LA REACCIÓN DE LAS VÍRGENES:

Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas (V. 7), les pusieron aceite, y se dispusieron a toda prisa para recibir al Esposo. Las diez se dieron la misma prisa por usar sus lámparas, limpiándolas, y proveyéndolas del combustible necesario para que la luz brillase con todo esplendor. Hasta aquí los dos grupos parecían iguales.

El que también las vírgenes insensatas tuviesen alguna cantidad de aceite, no significa que tuviesen el Espíritu Santo morando en su corazón, sino que, pertenece a la estructura de la parábola.

Inmediatamente después de este aderezo, las vírgenes insensatas se dan cuenta de que les falta aceite, y les dicen a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan" (V. 8).

Cuando en la hora final, Dios hace que los hipócritas abran sus ojos a la realidad de su lamentable situación, muchas veces, les sobrecoge la congoja y la angustia ante la visión de su lamentable estado, pero... ya es tarde.

No es que Dios niegue su perdón en la última hora, a un pecador sinceramente contrito; sino que, el pecador endurecido no está dispuesto a recibir con fe humilde el don de Dios; es la triste realidad del mundo que produce muerte (2 Co 7:10). La amargura del remordimiento nunca da la verdadera medida del arrepentimiento, que es según Dios.

Si se considera desde el punto de vista psicológico, el pesar del pecado que lleva a confesar y buscar una expiación, parece a primera vista, más intenso en Judas que en Pedro (la triste historia en Mateo 27:3-5). Pero en Pedro había algo esencial que no existía en Judas, una fe amorosa.

Las lámparas de los hipócritas duran en esta vida por algún tiempo, pero al fin se apagan... "Habiendo comenzado por el Espíritu, terminan por la carne" (Gá 3:3). Por fin la profecía marchita, y el aparente crédito se pierde; falla la esperanza, y se va el Consuelo y el ánimo que ella proporciona.

Las ventajas de una profesión hipócrita no pasan la aduana del juicio del Señor (Mt 7:22-23). Deseaban aceite cuando estaban a punto de salir al encuentro del Esposo. Una profesión externa puede acompañar a una persona mientras las cosas van viento en popa, pero el aparente brillo de los hipócritas, queda oscurecido y apagado al pasar por el valle de sombra de muerte (Sal 23:4).

Entonces dicen a las vírgenes prudentes: "Dadnos de vuestro aceite". Muchos que en vida, aborrecieron las normas estrictas de la fe cristiana; cuando ven venir la muerte y se espantan ante el juicio, buscan en vano el Consuelo sólido de la religión.

¡INTENTAN RECOGER EL FRUTO SIN TENER LAS RAÍCES!

Pretenden disfrutar de la muerte de los justos, tras una vida entera de malvados y sin las disposiciones del ladrón que relata Lucas (Lc 23:40-42).

    "Dadnos de vuestro aceite, dadnos algo de ese consuelo que disfrutais, de esa gracia que poseéis, de esa palabra que os alimenta, de ese Espíritu que os fortalece."

Parece una petición sincera; y los que no entiendan bien esto, pueden verse tentados a pensar que las vírgenes prudentes se pasaron de sensatas, y mostraron cierto egoísmo al no compartir con las otras el aceite que tenían en abundancia; pero todo el tenor del pasaje demuestra que no hubo egoísmo, sino discreción en la negativa. Pero... Las prudentes respondieron y dijeron:

    "No sea que no haya suficiente para nosotras ni para vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas" (V. 9).

Según la estructura de la parábola, se supone que las vírgenes prudentes tenían lo suficiente para si mismas, pero... hubieran derrochado insensatamente este aceite si lo hubiesen compartido con las insensatas, de quienes era toda la culpa de este percance.

Pero, además, según el simbolismo ya explicado, el aceite es símbolo de la gracia del Espíritu Santo. Aunque el creyente se beneficie de la comunión fraternal con el ministerio y la oraciones de otros, el asunto de la propia salvación es totalmente personal; porque cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí (Ro 14:12).

El más santo de los creyentes tiene que recibir prestada de Cristo, la gracia de cada día, de la misma manera que recibimos el pan diario para nuestro sustento; pero nadie tiene demasiada gracia, para dar a otro de lo que él mismo recibe prestado.

    "id más bien a los que venden."

Aunque esto pertenece a la estructura de la parábola, no está demás recordar, que La Palabra de Dios habla de comprar sin dinero y sin precio agua, vino, leche y pan; es decir, todo lo necesario para una salvación completa (Is 55:1-3).


Escuche el mensaje aquí.

Es una compra de algo muy precioso (1 P 2:7); para nosotros, gratis; pero para Dios, muy caro (1 P 1:18-19). Por eso, las vírgenes prudentes no pudieron dar mejor consejo; así como los fieles ministros del Señor a la cabecera de un moribundo inconverso, no pueden hacer cosa mejor, que insistir a la persona a llegarse a Cristo con fe; pues solo en Jesús se puede encontrar La Salvación (Hechos 4:12).

Amados y amigos, una vez más le doy gracias a Dios por Su Palabra que hoy nos nutre el espíritu. Amén.
Tu hermano Marco Marin Parra.
Suecia – Lysekil.
Bendiciones.
Escríbeme: marcomarinparra@hotmail.com
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