Por Marco Marin Parra.
Basado en 1 Timoteo 6:11-16.
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Basado en 1 Timoteo 6:11-16.
Los ojos compasivos del Apóstol, se vuelven ahora a su amado Timoteo para decirle: "mas tu, hombre de Dios huye de estas cosas", como si dijese: "Yo no quiero de ningún modo, que tú llegues a caer en tan miserable condición como la de ésos..."
"Hombre de Dios" viene a ser equivalente a "Varón de Dios", expresión aplicada en el Antiguo Testamento a especiales siervos, encargados de llevar a los hombres mandatos, bendiciones o amenazas de Dios, desde el alto puesto en que habían sido colocados por Dios.
El hombre de Dios, es un hombre que tiene una misión celestial, por razón de la cual, está unido con un vínculo de pertenencia y de proximidad, que, a la par que le comunica una buena especial noticia, le obliga a llevar una conducta singularmente ejemplar. El camino de Dios es justo (Ezequiel 18:21-32).
Esta ejemplaridad, es la que desea el Apóstol Pablo de su discípulo e hijo en la fe, el joven Timoteo; como se ve por las virtudes que le inculca (V.11): La justicia, practicada como dice en Efesios 6:14; La piedad, virtud que fomenta las relaciones filiales con Dios; La fe, El amor (1:5); La paciencia (el aguante bajo circunstancias adversas); La mansedumbre, o mejor, suavidad de sentimientos.
La Mansedumbre.
Es un precioso objetivo para el hombre de Dios. Virtud propia de Cristo (Mateo 11:29) y de todo superior que habrá de endulzar la energía con suavidad. Habrá de devolver bien por mal, y frenar en ocasiones con una sonrisa, las amarguras de la incomprensión y la ingratitud de aquellos por quienes se sacrifique.
En el verso 12, El Apóstol Pablo estimula el espíritu combativo de Timoteo. Emplea, una vez más, una de sus metáforas deportivas: la lucha buena y excelente; es decir, conforme a las normas que han de seguirse para que se le adjudique al luchador la victoria y el premio. Los vocablos que el Apóstol usa en 1:18 son diferentes de los usados aquí. Es, pues, muy probable que en 6:12 se refiera a la lucha olímpica, mientras que en 1:18, a la lucha en el campo de batalla.
"Echa mano de la vida eterna".
Es una frase que confirma lo dicho anteriormente sobre la metáfora de la lucha olímpica.
El verbo está en "aoristo", e indica algo que se ha de hacer de una vez por todas. Una comparación con el verso 19, donde sale el mismo verbo y también en aoristo; da a entender que, aunque la vida eterna es ya posesión de todo creyente, el agarrarla con firme seguridad subjetiva, es propio de quienes se esfuerzan en la práctica de la virtud. (Comparemos con 1 Pedro 1:10-11).
Después de hacerle a la memoria que a esa vida eterna fue llamado Timoteo, (algo que Pablo siempre tiene interés en recalcar en Efesios 4:1,4 y 2 Timoteo 1:9), le recuerda también la profesión (confesión) de la fe que hizo; seguramente en su bautismo, delante de muchos testigos.
Con una solemnidad parecida a la que ha usado en 5:21, el apóstol manda (V. 13) delante de Dios que da vida a todas las cosas (por lo que Timoteo no tiene motivo para temer por su vida) y de Cristo Jesús, que dio testimonio (de la verdad frente a un enemigo de La Verdad) de la Excelente y Hermosa profesión como en el versículo anterior, que (V.14) guarde el mandamiento, como en Juan 10:18 al final.
Este mandamiento, dice y comprende todo lo que se le ha ordenado hacer, con respecto al ministerio del Evangelio y al gobierno de La Iglesia. Comparemos el V. 20 con 1:3-5; confirma el acierto de tal opinión. El Apóstol manda a Timoteo que guarde este mandamiento sin mácula y sin reprensión; guardar con una preservación activa, no con un mero custodiar; y supone que se ha tomado la decisión de una vez por todas. Pero la frase posterior: "hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo", indica que esa preservación y observancia han de continuar hasta la Segunda Venida del Señor.
Como todos los demás eventos de la historia, la aparición escatológica del Señor Jesús determinada por Dios desde su eternidad, será mostrada (V. 15) a su debido tiempo por Dios Padre; a quien Pablo, en grandiosa doxología, describe con los más majestuosos atributos, todos los cuales tienen en el Antiguo Testamento numerosos paralelos.
Bienaventurado y Único Soberano Dios, Señor de señores y Rey de reyes (Ap 17:14; 19:16). El Único (V. 16) que posee inmortalidad; que habita en luz inaccesible.
En la inmortalidad está implicada una vida sin término, y donde hay vida, hay luz (Juan 1:4). "Habitar en la luz" es un hebraísmo, más fuerte que el de "vestirse de luz" (Salmo 102:4); pero menos fuerte que la afirmación "Dios es luz" (Juan 1:5). Sin embargo, no es precisamente la idea de pureza la que aquí da a entender el Apóstol, sino, la de Majestad inaccesible. Es una luz que, en lugar de revelarse, se esconde (Isaías 45:15, Éxodo 24:17; 34:35; Salmo 104:2). "A quien ningún ser humano (ninguno de los hombres) ha visto, ni puede ver" (Éxodo 33:20; Deuteronomio 4:12; Juan 1:18; 5:37; 6:46).
Repitamos lo que ya hemos dicho en otros lugares:
Los textos que hablan de "ver a Dios", "ver Su Rostro", "hablarle cara a cara", significan disfrutar del favor o de la comunión íntima de Dios, no de una visión facial de Su misma Esencia.
"Al cual sea el honor y el poder eterno, amén".
Pueden verse expresiones similares en 1 Timoteo 1:17; en Nehemías 8:6; Salmo 41:13; 72:19; 89:52. El carácter es de soberanía absoluta de Dios. Resulta muy natural la sustitución de la gloria por el poder. Cómo terminar, si cada vez vemos en nosotros mismos el poder de Su Soberanía sobre los llamados. Amén.
Escuche el mensaje aquí. Gracias mi Bendito y Eterno Dios, por poner en mi corazón tu verdadera Palabra. Toda la honra y Gloria es Tuya, de Tu Hijo, y de Tu Santo Espíritu. Gracias por tu ayuda, para llegar a aquellos que hoy necesitamos entender el llamado a predicar Tu Palabra, por los siglos de los siglos. Amén.
Tu amado hermano,
Marco Marin Parra.
Suecia – Lysekil.
¡Jesús te espera!
http://OrientacionesBiblicas.BlogSpot.com "Hombre de Dios" viene a ser equivalente a "Varón de Dios", expresión aplicada en el Antiguo Testamento a especiales siervos, encargados de llevar a los hombres mandatos, bendiciones o amenazas de Dios, desde el alto puesto en que habían sido colocados por Dios.
El hombre de Dios, es un hombre que tiene una misión celestial, por razón de la cual, está unido con un vínculo de pertenencia y de proximidad, que, a la par que le comunica una buena especial noticia, le obliga a llevar una conducta singularmente ejemplar. El camino de Dios es justo (Ezequiel 18:21-32).
Esta ejemplaridad, es la que desea el Apóstol Pablo de su discípulo e hijo en la fe, el joven Timoteo; como se ve por las virtudes que le inculca (V.11): La justicia, practicada como dice en Efesios 6:14; La piedad, virtud que fomenta las relaciones filiales con Dios; La fe, El amor (1:5); La paciencia (el aguante bajo circunstancias adversas); La mansedumbre, o mejor, suavidad de sentimientos.
La Mansedumbre.
Es un precioso objetivo para el hombre de Dios. Virtud propia de Cristo (Mateo 11:29) y de todo superior que habrá de endulzar la energía con suavidad. Habrá de devolver bien por mal, y frenar en ocasiones con una sonrisa, las amarguras de la incomprensión y la ingratitud de aquellos por quienes se sacrifique.
En el verso 12, El Apóstol Pablo estimula el espíritu combativo de Timoteo. Emplea, una vez más, una de sus metáforas deportivas: la lucha buena y excelente; es decir, conforme a las normas que han de seguirse para que se le adjudique al luchador la victoria y el premio. Los vocablos que el Apóstol usa en 1:18 son diferentes de los usados aquí. Es, pues, muy probable que en 6:12 se refiera a la lucha olímpica, mientras que en 1:18, a la lucha en el campo de batalla.
"Echa mano de la vida eterna".
Es una frase que confirma lo dicho anteriormente sobre la metáfora de la lucha olímpica.
El verbo está en "aoristo", e indica algo que se ha de hacer de una vez por todas. Una comparación con el verso 19, donde sale el mismo verbo y también en aoristo; da a entender que, aunque la vida eterna es ya posesión de todo creyente, el agarrarla con firme seguridad subjetiva, es propio de quienes se esfuerzan en la práctica de la virtud. (Comparemos con 1 Pedro 1:10-11).
Después de hacerle a la memoria que a esa vida eterna fue llamado Timoteo, (algo que Pablo siempre tiene interés en recalcar en Efesios 4:1,4 y 2 Timoteo 1:9), le recuerda también la profesión (confesión) de la fe que hizo; seguramente en su bautismo, delante de muchos testigos.
Con una solemnidad parecida a la que ha usado en 5:21, el apóstol manda (V. 13) delante de Dios que da vida a todas las cosas (por lo que Timoteo no tiene motivo para temer por su vida) y de Cristo Jesús, que dio testimonio (de la verdad frente a un enemigo de La Verdad) de la Excelente y Hermosa profesión como en el versículo anterior, que (V.14) guarde el mandamiento, como en Juan 10:18 al final.
Este mandamiento, dice y comprende todo lo que se le ha ordenado hacer, con respecto al ministerio del Evangelio y al gobierno de La Iglesia. Comparemos el V. 20 con 1:3-5; confirma el acierto de tal opinión. El Apóstol manda a Timoteo que guarde este mandamiento sin mácula y sin reprensión; guardar con una preservación activa, no con un mero custodiar; y supone que se ha tomado la decisión de una vez por todas. Pero la frase posterior: "hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo", indica que esa preservación y observancia han de continuar hasta la Segunda Venida del Señor.
Como todos los demás eventos de la historia, la aparición escatológica del Señor Jesús determinada por Dios desde su eternidad, será mostrada (V. 15) a su debido tiempo por Dios Padre; a quien Pablo, en grandiosa doxología, describe con los más majestuosos atributos, todos los cuales tienen en el Antiguo Testamento numerosos paralelos.
Bienaventurado y Único Soberano Dios, Señor de señores y Rey de reyes (Ap 17:14; 19:16). El Único (V. 16) que posee inmortalidad; que habita en luz inaccesible.
En la inmortalidad está implicada una vida sin término, y donde hay vida, hay luz (Juan 1:4). "Habitar en la luz" es un hebraísmo, más fuerte que el de "vestirse de luz" (Salmo 102:4); pero menos fuerte que la afirmación "Dios es luz" (Juan 1:5). Sin embargo, no es precisamente la idea de pureza la que aquí da a entender el Apóstol, sino, la de Majestad inaccesible. Es una luz que, en lugar de revelarse, se esconde (Isaías 45:15, Éxodo 24:17; 34:35; Salmo 104:2). "A quien ningún ser humano (ninguno de los hombres) ha visto, ni puede ver" (Éxodo 33:20; Deuteronomio 4:12; Juan 1:18; 5:37; 6:46).
Repitamos lo que ya hemos dicho en otros lugares:
Los textos que hablan de "ver a Dios", "ver Su Rostro", "hablarle cara a cara", significan disfrutar del favor o de la comunión íntima de Dios, no de una visión facial de Su misma Esencia.
"Al cual sea el honor y el poder eterno, amén".
Pueden verse expresiones similares en 1 Timoteo 1:17; en Nehemías 8:6; Salmo 41:13; 72:19; 89:52. El carácter es de soberanía absoluta de Dios. Resulta muy natural la sustitución de la gloria por el poder. Cómo terminar, si cada vez vemos en nosotros mismos el poder de Su Soberanía sobre los llamados. Amén.
Tu amado hermano,
Marco Marin Parra.
Suecia – Lysekil.
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