Por pastor Dagoberto Miranda.

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Hace falta más que carácter y valentía, para poder ayudar a hermanos que no andan como Dios manda en la vida cristiana, como dice el adagio popular: "De todo hay en la viña del Señor".
Con esto queremos decir, que en la iglesia del Señor hay de todo tipo de cristianos: Buenos, malos y regulares; desde pastores hasta miembros nominales, hay santos y profanos. Unos, con sus predicaciones (palabras) y hechos honran al Señor, pero otros ¡dejan mucho que desear!
Por eso, cada uno de nosotros debe ver cómo edifica para Dios sin poner la mirada en los hombres, desde luego. Pero eso sí, ¡ojo!, no todo lo que brilla es oro. Por tanto, vivamos para Dios, porque es a Él a quien sobre todas las cosas debemos honrar y agradar, y ante quien un día daremos cuentas.
Pero tampoco nos convirtamos en la tapadera que cubra la mugre de otros en la iglesia; tengamos el valor de saber ubicar a aquellos que no anden bien con Dios, de la manera que La Biblia nos manda hacerlo. Me refiero, a llamar aparte a la persona involucrada en alguna falta. Si no enmienda, entonces digamos a la iglesia del caso, sabiendo que fuimos llamados a una vida santa y agradable al Señor. Porque, si vivimos en El Señor como si fuéramos mundanos, entonces ¿qué estamos haciendo en la iglesia?
Dios nos ha dicho: "Sed santos, porque Yo Soy Santo". Surge una pregunta para todos: ¿Se puede ser cristiano, santo y agradable a Dios en un mundo malo como el nuestro? La respuesta, que la diga cada uno de nosotros en lo personal. La biblia dice también: "Por sus frutos los conocereis".
Así que, ¡a dar buen fruto para Dios se ha dicho!, y a denunciar cualquier tipo de mala conducta en aquellos que son parte del pueblo de Dios; y sobre todo, en aquellos que esten en eminencia.
¡Que Dios nos ayude a no hacernos del ojo pacho con nadie! Debemos buscar calidad de vida cristiana en los demás, pero primeramente comencemos nosotros a dar el buen ejemplo; sólo así tendremos la moral de ayudar a otros. También de esa manera, nadie nos podrá tener la cola pateada, para la gloria de Dios. Porque el juicio debe comenzar por casa (por nosotros). ¡Que Dios nos ampare!
¡Es el tiempo final!... ¡A vivir como Dios manda se ha dicho!
Con esto queremos decir, que en la iglesia del Señor hay de todo tipo de cristianos: Buenos, malos y regulares; desde pastores hasta miembros nominales, hay santos y profanos. Unos, con sus predicaciones (palabras) y hechos honran al Señor, pero otros ¡dejan mucho que desear!
Por eso, cada uno de nosotros debe ver cómo edifica para Dios sin poner la mirada en los hombres, desde luego. Pero eso sí, ¡ojo!, no todo lo que brilla es oro. Por tanto, vivamos para Dios, porque es a Él a quien sobre todas las cosas debemos honrar y agradar, y ante quien un día daremos cuentas.
Pero tampoco nos convirtamos en la tapadera que cubra la mugre de otros en la iglesia; tengamos el valor de saber ubicar a aquellos que no anden bien con Dios, de la manera que La Biblia nos manda hacerlo. Me refiero, a llamar aparte a la persona involucrada en alguna falta. Si no enmienda, entonces digamos a la iglesia del caso, sabiendo que fuimos llamados a una vida santa y agradable al Señor. Porque, si vivimos en El Señor como si fuéramos mundanos, entonces ¿qué estamos haciendo en la iglesia?
Dios nos ha dicho: "Sed santos, porque Yo Soy Santo". Surge una pregunta para todos: ¿Se puede ser cristiano, santo y agradable a Dios en un mundo malo como el nuestro? La respuesta, que la diga cada uno de nosotros en lo personal. La biblia dice también: "Por sus frutos los conocereis".
Así que, ¡a dar buen fruto para Dios se ha dicho!, y a denunciar cualquier tipo de mala conducta en aquellos que son parte del pueblo de Dios; y sobre todo, en aquellos que esten en eminencia.
¡Que Dios nos ayude a no hacernos del ojo pacho con nadie! Debemos buscar calidad de vida cristiana en los demás, pero primeramente comencemos nosotros a dar el buen ejemplo; sólo así tendremos la moral de ayudar a otros. También de esa manera, nadie nos podrá tener la cola pateada, para la gloria de Dios. Porque el juicio debe comenzar por casa (por nosotros). ¡Que Dios nos ampare!
¡Es el tiempo final!... ¡A vivir como Dios manda se ha dicho!
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