LA REALIDAD DE LA ETERNIDAD.

Por Guillermo Morataya.

Lectura bíblica:
Juan 14:1-5

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?


Reflexión: La esperanza de la eternidad debe alentarnos en los momentos de adversidad.


Los versículos bajo estudio, nos hablan de los momentos de intimidad que El Señor tuvo con sus discípulos antes de su captura. Eran momentos de mucha emoción, en los cuales Jesucristo quería preparar el corazón de los suyos, antes de su separación.

Él sabía de los pensamientos de ellos: que no alcanzaban a entender ni el propósito, ni el desarrollo de su ministerio; sabía perfectamente el concepto que ellos tenían acerca de El Mesías. Conocía que ellos esperaban la institución del reinado mesiánico en ese mismo momento, sabía también del sentimiento de frustración y tristeza que les embargaría al momento de su captura y posterior sacrificio.

1. El Señor conoce nuestras cargas.

Nada escapaba al conocimiento del Señor, y es que nuestro Dios nos conoce; conoce nuestras luchas, nuestros temores, sabe de nuestros afanes y angustias. No es un Dios que esté ajeno e indiferente a nuestro dolor; mas bien, Él nos comprende; ¡cómo no iba a entender la situación que embargaba a sus discípulos!, por eso les dice: “no se turbe vuestro corazón”, no se agite vuestra alma, que la desesperación no les inunde; “crean en Mí”, es una invitación amorosa a descansar en Su sabiduría y a confiar en Su providencia; y luego les invita a ver más allá hacia lo eterno.

2. La visión de Dios.

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues a preparar lugar para vosotros”. Y es que cuando descansamos en El Señor; todo tiene sentido, aún la muerte no es una derrota; mas bien, es un paso para estar en Su presencia.

Nadie entendía el cómo la sabiduría de Dios desarrollaría sus planes de redención para la humanidad, ni aún Satanás entendía que aquella muerte sería su derrota y el medio por el cual Dios justificaría la humanidad.

Muchas veces no entenderemos el por qué de aquellas situaciones que atravesamos, pero descansemos en la verdad que nuestro Dios es sabio, y veamos más allá; veamos ese cielo que El Señor ha preparado para aquellos que le aman. Meditemos en la plenitud de gozo y paz que tendremos en Su presencia, pensemos que allí la enfermedad, la muerte, el dolor, y el gemido no serán más, si no que, El Señor enjugará toda lágrima, y entenderemos entonces Sus propósitos; conoceremos los "por qué" de cada una de nuestras luchas.

Conclusión:

Los discípulos no entendieron en ese momento, después lo entendieron tan perfectamente, que estuvieron dispuestos a dar su vida por la causa del evangelio; pues sabían que mayor que nuestra vida terrena, es la bendición eterna que nos ha preparado nuestro Señor. Si tu no comprendes el por qué de la dificultad, descansa en El Señor.

Veamos por los ojos de la fe ese cielo, donde el oro será el polvo que pisen nuestros pies, y nuestro gozo será pleno.

Bendiciones.

www.OrientacionesBiblicas.org

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