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Basado en Filipenses 1:21-30.
En estos versículos, el Apóstol expresa más en detalle, la magnífica disposición en que se halla para que Cristo sea glorificado; tanto en su vida, como en su muerte. Nos podemos dar cuenta de los matices: "Porque para mí, el vivir es Cristo; y el morir ganancia".
Pablo no dice aquí que Cristo es su vida; sino que, para él, el vivir es Cristo. Con este intercambio de sujeto y predicado, Pablo da a entender que toda su vida en la tierra se cifra y se resuelve en Cristo. Sin embargo, el morir era para él una ganancia (gr Kérdos, el lucro que se obtiene, especialmente en un negocio).
La ganancia en el morir era obvia, pues esto comportaba (V. 23) "partir" y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor. De manera parecida se había expresado ya en 2 Co 5:8, que Pablo no pensaba en el llamado (estado intermedio); se ve, no solo por Fil 3:10, 11, sino también por 2 Co 5:4.
Los creyentes verdaderos, que viven dentro de la voluntad de Dios, no tienen por qué temer la muerte. Saben que Dios tiene un propósito para su vida, y que la muerte cuando llega, es simplemente el final de su misión terrenal y el comienzo de una vida mejor con Cristo (Ro 8:28).
Este motivo muestra, una vez más la grandeza del alma de Pablo: "si he de seguir viviendo en el cuerpo", esto significa para mí una labor fructifera (V. 22). Este "fruto del trabajo" no significa para Pablo una ganancia personal, ni siquiera espiritual; de lo contrario, no preferiría el morir, la ganancia espiritual que Pablo tiene en mente es la de sus hijos en la fe, como se ve por el V. 24: "Pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros".
Puestas ambas alternativas en la balanza, resulta difícil observar de qué parte cae el platillo; "no sé qué escoger", porque se siente apremiado de ambos lados, del deseo de partir, que personalmente le traería mejor ventaja; y del deseo de quedarse, lo cual es más conveniente para los demás.
Se siente apretado por dos fuerzas opuestas que le estrechan el paso, que le retienen, que "tiran de él". No hace falta que él escoja; Dios escogerá por él. Pero Pablo está persuadido (V. 25) como en los demás lugares en que aparece el participio de pretérito, hasta el punto de que lo sabe, de que permaneceré, dice, y continuaré con vosotros para vuestro progreso y gozo en la fe.
Pablo tenía presentimiento (no habla de revelación) seguro de que, por el bien espiritual de sus lectores, Dios le permitiría todavía algunos años más de vida en este mundo. Podemos ver la forma tan diferente en que se expresa en 2 Timoteo 4:6-8. Este progreso y gozo en la fe, que Pablo ve como un objetivo de suficiente valor como para desear continuar con vida en este mundo, tiene un objetivo todavía más importante, como se ve por la conjunción final que encabeza el V 26; difícil de traducir por su densa estructura sintáctica.
El hecho de tener entre ellos de nuevo a Pablo será, para los fieles de Filipos, un nuevo motivo de santo orgullo por ser cristianos, al ver que Dios ha conservado incólume al Apóstol, precisamente en atención al beneficio espiritual de ellos.
El Apóstol termina el capítulo con una exhortación a la perseverancia, bien fundados en una unidad eclesial, en la humildad personal, y en el denuedo para pelear conjuntamente y con fidelidad el buen combate. "Solamente, dice V. 27, que os comportéis como es digno del Evangelio de Cristo".
La conducta debe reflejar lo que el Evangelio y sus riquezas han hecho de la congregación filipense (no solo para ellos, sino para todas las congregaciones). Pablo tiene en mente la ciudadanía celestial, se ve por Fil 3:20 donde lo expresa de forma explícita.
Con tal de que ellos se comporten como ciudadanos de los cielos, el que Pablo vaya a verles o que permanezca ausente (V. 27) es algo secundario; lo que importa, y lo va a subrayar en la primera mitad del capítulo 2 es: a) que oiga de vuestras cosas; esto es, cómo marchan vuestros asuntos espirituales; b) que sepa que estáis firmes en un solo espíritu (el mismo talante cristiano en todo), con una sola alma (Hch 4:32), con el mismo aliento vital combatiendo juntamente por la fe (fe objetiva o creencia) del Evangelio.
Es, pues, una solemne exhortación a la unidad de talante, de impulso y de objetivo dentro de la comunidad celestial. V. 28: "y en nada intimidados". El combate ha de ser conjunto, y sin miedo.
¿Quién podía asustarles? Pablo menciona a los que están en contra, o adversarios. No tengáis miedo de vuestros enemigos; sed siempre valientes, y esto les demostrará que ellos van a perder y que vosotros vais a ganar, porque es Dios quien os da la Victoria. Pues a vosotros se os ha concedido el privilegio de servir a Cristo, no solo creyendo en Él, sino también, padeciendo por Él.
Podéis ahora tomar parte conmigo en la batalla. Es la misma batalla que me visteis pelear en el pasado, y que estoy peleando todavía. El V. 27 termina diciendo: combatiendo unánimes por la fe del Evangelio, y el V. 30 comienza así "teniendo el mismo conflicto". Con esto, queda ya anticipada la correcta interpretación de dos detalles que necesitaban especial atención: Cristo, no solo creer en Él, sino también padecer por Él.
Parece indicar a primera vista que, tanto la fe como el sufrimiento les es dado de fuera. No es algo que salga de ellos; pero sí nos damos cuenta, que el que les otorga eso es Dios, y se verá que el favor que Dios hace a los fieles de Filipos no es aquí el creer, como tampoco el padecer.
Lo que Pablo quiere significar es que, en lo que respecta a estar del lado de Cristo, Dios les ha concedido el privilegio, no sólo de creer en Cristo, sino también, de tener la oportunidad de padecer por Él. Amén.
Dios nos ayuda a permanecer firmes en Su Espíritu.
Tu amado hermano Marco.
Suecia – Lysekil.
Bendiciones.
www.OrientacionesBiblicas.org Pablo no dice aquí que Cristo es su vida; sino que, para él, el vivir es Cristo. Con este intercambio de sujeto y predicado, Pablo da a entender que toda su vida en la tierra se cifra y se resuelve en Cristo. Sin embargo, el morir era para él una ganancia (gr Kérdos, el lucro que se obtiene, especialmente en un negocio).
La ganancia en el morir era obvia, pues esto comportaba (V. 23) "partir" y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor. De manera parecida se había expresado ya en 2 Co 5:8, que Pablo no pensaba en el llamado (estado intermedio); se ve, no solo por Fil 3:10, 11, sino también por 2 Co 5:4.
Los creyentes verdaderos, que viven dentro de la voluntad de Dios, no tienen por qué temer la muerte. Saben que Dios tiene un propósito para su vida, y que la muerte cuando llega, es simplemente el final de su misión terrenal y el comienzo de una vida mejor con Cristo (Ro 8:28).
Este motivo muestra, una vez más la grandeza del alma de Pablo: "si he de seguir viviendo en el cuerpo", esto significa para mí una labor fructifera (V. 22). Este "fruto del trabajo" no significa para Pablo una ganancia personal, ni siquiera espiritual; de lo contrario, no preferiría el morir, la ganancia espiritual que Pablo tiene en mente es la de sus hijos en la fe, como se ve por el V. 24: "Pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros".
Puestas ambas alternativas en la balanza, resulta difícil observar de qué parte cae el platillo; "no sé qué escoger", porque se siente apremiado de ambos lados, del deseo de partir, que personalmente le traería mejor ventaja; y del deseo de quedarse, lo cual es más conveniente para los demás.
Se siente apretado por dos fuerzas opuestas que le estrechan el paso, que le retienen, que "tiran de él". No hace falta que él escoja; Dios escogerá por él. Pero Pablo está persuadido (V. 25) como en los demás lugares en que aparece el participio de pretérito, hasta el punto de que lo sabe, de que permaneceré, dice, y continuaré con vosotros para vuestro progreso y gozo en la fe.
Pablo tenía presentimiento (no habla de revelación) seguro de que, por el bien espiritual de sus lectores, Dios le permitiría todavía algunos años más de vida en este mundo. Podemos ver la forma tan diferente en que se expresa en 2 Timoteo 4:6-8. Este progreso y gozo en la fe, que Pablo ve como un objetivo de suficiente valor como para desear continuar con vida en este mundo, tiene un objetivo todavía más importante, como se ve por la conjunción final que encabeza el V 26; difícil de traducir por su densa estructura sintáctica.
El hecho de tener entre ellos de nuevo a Pablo será, para los fieles de Filipos, un nuevo motivo de santo orgullo por ser cristianos, al ver que Dios ha conservado incólume al Apóstol, precisamente en atención al beneficio espiritual de ellos.
El Apóstol termina el capítulo con una exhortación a la perseverancia, bien fundados en una unidad eclesial, en la humildad personal, y en el denuedo para pelear conjuntamente y con fidelidad el buen combate. "Solamente, dice V. 27, que os comportéis como es digno del Evangelio de Cristo".
La conducta debe reflejar lo que el Evangelio y sus riquezas han hecho de la congregación filipense (no solo para ellos, sino para todas las congregaciones). Pablo tiene en mente la ciudadanía celestial, se ve por Fil 3:20 donde lo expresa de forma explícita.
Con tal de que ellos se comporten como ciudadanos de los cielos, el que Pablo vaya a verles o que permanezca ausente (V. 27) es algo secundario; lo que importa, y lo va a subrayar en la primera mitad del capítulo 2 es: a) que oiga de vuestras cosas; esto es, cómo marchan vuestros asuntos espirituales; b) que sepa que estáis firmes en un solo espíritu (el mismo talante cristiano en todo), con una sola alma (Hch 4:32), con el mismo aliento vital combatiendo juntamente por la fe (fe objetiva o creencia) del Evangelio.
Es, pues, una solemne exhortación a la unidad de talante, de impulso y de objetivo dentro de la comunidad celestial. V. 28: "y en nada intimidados". El combate ha de ser conjunto, y sin miedo.
¿Quién podía asustarles? Pablo menciona a los que están en contra, o adversarios. No tengáis miedo de vuestros enemigos; sed siempre valientes, y esto les demostrará que ellos van a perder y que vosotros vais a ganar, porque es Dios quien os da la Victoria. Pues a vosotros se os ha concedido el privilegio de servir a Cristo, no solo creyendo en Él, sino también, padeciendo por Él.
Podéis ahora tomar parte conmigo en la batalla. Es la misma batalla que me visteis pelear en el pasado, y que estoy peleando todavía. El V. 27 termina diciendo: combatiendo unánimes por la fe del Evangelio, y el V. 30 comienza así "teniendo el mismo conflicto". Con esto, queda ya anticipada la correcta interpretación de dos detalles que necesitaban especial atención: Cristo, no solo creer en Él, sino también padecer por Él.
Parece indicar a primera vista que, tanto la fe como el sufrimiento les es dado de fuera. No es algo que salga de ellos; pero sí nos damos cuenta, que el que les otorga eso es Dios, y se verá que el favor que Dios hace a los fieles de Filipos no es aquí el creer, como tampoco el padecer.
Lo que Pablo quiere significar es que, en lo que respecta a estar del lado de Cristo, Dios les ha concedido el privilegio, no sólo de creer en Cristo, sino también, de tener la oportunidad de padecer por Él. Amén.
Dios nos ayuda a permanecer firmes en Su Espíritu.
Tu amado hermano Marco.
Suecia – Lysekil.
Bendiciones.
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