Escuche el mensaje aquí.
Basada en Mateo 14:34-36.
Tenemos aquí una breve referencia a los muchos milagros que Jesús obró en la tierra de "Genesaret" una vez terminada la travesía. A dondequiera que iba, Jesús pasaba haciendo el bien.
Vemos en esta porción la fe solícita de los hombres de aquel lugar (V. 35); estos eran más nobles que sus vecinos de Gadara, pues los gadarenos le rogaron que se retirara (8:34); no querían tener nada qué ver con Él, mientras que los de Genesaret le rogaban que les ayudase; pues sentían necesidad de Él. Cristo reconoce como el mayor honor que podemos tributarle, el que saquemos provecho de Él.
¿Cómo fueron atraídos a Cristo los hombres de aquel lugar?
Le reconocieron (V. 35), cerca de la famosa llanura de Genesaret; se hallaba localizada en el lado oeste del mar de Galilea, en una zona fértil y con abundante agua.
La gente reconocía en Jesús a un gran sanador. Pero... ¿cuántos comprendieron quién era en realidad? Buscaban a Jesús para alcanzar sanidad física, pero... ¿se acercaron a Él deseando la sanidad espiritual? Iban anhelando prolongar sus vidas en la tierra, pero... ¿fueron también para obtener la seguridad de la vida eterna?
La gente busca a Jesús para aprender lecciones valiosas de su vida, o la esperanza de conseguir remedio para su dolor. Pero habremos perdido la totalidad del mensaje de Jesús, si lo buscamos sólo para que cure nuestros cuerpos y no nuestra alma; si buscamos Su ayuda sólo en esta vida, y pasamos por alto Su plan eterno para nosotros.
Sólo cuando lleguemos a entender al Cristo verdadero, podremos apreciar cómo puede cambiar en verdad nuestras vidas.
Cristo había predicado antes, y había obrado muchos milagros; ésta, y no otra, es la causa por la que los hombres le reconocieron; no porque le hubiesen visto andar sobre las aguas. En todo caso, reconocer a Cristo, es el primer paso para acudir a Él. Si fuese mejor conocido, la gente no le miraría con menos precio o indiferencia.
Esto nos enseña también, la importancia de discernir las oportunidades en que El Señor se halla más cerca de nosotros (Mt 20:30). Si conocieras... dijo Jesús a la mujer samaritana (Jn 4:10).
¿Cómo atrajeron a otros a Cristo?
Enviaron a decir por todos aquellos contornos.
Quienes han llegado al conocimiento de Cristo como Su Salvador, no pueden menos de dar a conocer a otros las buenas nuevas de salvación, para que acudan también a Jesús. El alimento espiritual no es para comerlo en solitario; en Cristo, hay más que suficiente para todos; así que nada se gana con intentar monopolizarlo.
Siempre que tengamos oportunidad de conseguir para nosotros un bien espiritual, debemos atraer a cuantos podamos para que participen con nosotros de lo mismo; ocasiones no faltarán, si estamos al acecho; más aún, debemos ir en busca de oportunidades.
Si ardiéramos en celo por la salvación de las almas, no estaríamos tranquilos mientras se pierden nuestros vecinos.
¿De qué forma presentaron a otros la fama de Jesús como Salvador y Médico universal?
Le trajeron todos los que se hallaban mal.
Cuando el amor a Cristo y a su doctrina no son motivo suficiente para atraer a otros, quizás lo sea el amor a sí mismos en el reconocimiento de sus necesidades personales. ¡Hay en el Mundo tanta miseria, tanta insatisfacción y tanta aflicción, que solo tienen remedio acudiendo a Jesucristo!
Si la gente se percatara de las cosas que son para su paz, pronto buscarían también las cosas de Cristo.
¿Cómo se acercaron a Jesús?
Le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto (V. 36).
Fueron a Él con ruego apremiante. Así se obtienen del Señor los mayores favores y las mejores bendiciones: Pedid, y os dará (Mt 7:7).
Con gran humildad.
El deseo de tocar solamente en borde de Su manto, insinúa que se consideraban indignos de exponerle su caso, y de pedirle que fuese Él quien les tocase para curarles; con este favor se conformaban. Con gran confianza en el poder infinito de Jesús, pues no dudaban que, con solo tocar el borde de Su manto saldría de Él suficiente virtud curativa; sin duda, recordaban los acaecidos anteriormente en Capernaúm a la mujer que padecía flujo de sangre (9:20-22).
Siempre es beneficioso aprovecharse de las saludables experiencias de otras personas, del fruto y buen resultado de este acercamiento a Cristo. El esfuerzo de esta gente no fue en vano, porque todos los que lo tocaron, quedaron completamente curados (V. 36).
Las curaciones de Cristo son siempre perfectas; nunca cura a medias. Y por muchos que sean los enfermos, nunca se agota Su poder curativo.
La menor de las instituciones que Cristo nos ha legado, está llena a rebosar como el borde de Su manto, de Su virtud curativa, y de Su gracia. Ese poder sanador, está a disposición de quienes le tocan con fe viva y verdadera. Cristo está en los cielos, pero en la tierra tenemos Su Palabra, y en ella está Él, por el poder de Su Espíritu.
Cuando mezclamos con fe La Palabra (He 4:2 literalmente), y nos sometemos a sus enseñanzas y a sus normas, basta con tocar el borde del manto de Jesús para obtener sanidad completa. No es por magia, sino por fe, y de acuerdo con la voluntad de Dios que sabe lo que más nos conviene, y cuándo nos conviene.
Si hoy Dios habló a tu vida, es porque Su Palabra está abriendo tu corazón, y Su Santo Espíritu está tocando para que Jesucristo entre en tu vida y seas curado, sanado; porque Tu Sanador te espera hoy. Amén.
Tu amado hermano de la fe en Cristo Jesús nuestro Eterno Salvador, Marco Marin Parra.
Dios te bendiga.
Suecia – Lysekil.
http://OrientacionesBiblicas.BlogSpot.com Vemos en esta porción la fe solícita de los hombres de aquel lugar (V. 35); estos eran más nobles que sus vecinos de Gadara, pues los gadarenos le rogaron que se retirara (8:34); no querían tener nada qué ver con Él, mientras que los de Genesaret le rogaban que les ayudase; pues sentían necesidad de Él. Cristo reconoce como el mayor honor que podemos tributarle, el que saquemos provecho de Él.
¿Cómo fueron atraídos a Cristo los hombres de aquel lugar?
Le reconocieron (V. 35), cerca de la famosa llanura de Genesaret; se hallaba localizada en el lado oeste del mar de Galilea, en una zona fértil y con abundante agua.
La gente reconocía en Jesús a un gran sanador. Pero... ¿cuántos comprendieron quién era en realidad? Buscaban a Jesús para alcanzar sanidad física, pero... ¿se acercaron a Él deseando la sanidad espiritual? Iban anhelando prolongar sus vidas en la tierra, pero... ¿fueron también para obtener la seguridad de la vida eterna?
La gente busca a Jesús para aprender lecciones valiosas de su vida, o la esperanza de conseguir remedio para su dolor. Pero habremos perdido la totalidad del mensaje de Jesús, si lo buscamos sólo para que cure nuestros cuerpos y no nuestra alma; si buscamos Su ayuda sólo en esta vida, y pasamos por alto Su plan eterno para nosotros.
Sólo cuando lleguemos a entender al Cristo verdadero, podremos apreciar cómo puede cambiar en verdad nuestras vidas.
Cristo había predicado antes, y había obrado muchos milagros; ésta, y no otra, es la causa por la que los hombres le reconocieron; no porque le hubiesen visto andar sobre las aguas. En todo caso, reconocer a Cristo, es el primer paso para acudir a Él. Si fuese mejor conocido, la gente no le miraría con menos precio o indiferencia.
Esto nos enseña también, la importancia de discernir las oportunidades en que El Señor se halla más cerca de nosotros (Mt 20:30). Si conocieras... dijo Jesús a la mujer samaritana (Jn 4:10).
¿Cómo atrajeron a otros a Cristo?
Enviaron a decir por todos aquellos contornos.
Quienes han llegado al conocimiento de Cristo como Su Salvador, no pueden menos de dar a conocer a otros las buenas nuevas de salvación, para que acudan también a Jesús. El alimento espiritual no es para comerlo en solitario; en Cristo, hay más que suficiente para todos; así que nada se gana con intentar monopolizarlo.
Siempre que tengamos oportunidad de conseguir para nosotros un bien espiritual, debemos atraer a cuantos podamos para que participen con nosotros de lo mismo; ocasiones no faltarán, si estamos al acecho; más aún, debemos ir en busca de oportunidades.
Si ardiéramos en celo por la salvación de las almas, no estaríamos tranquilos mientras se pierden nuestros vecinos.
¿De qué forma presentaron a otros la fama de Jesús como Salvador y Médico universal?
Le trajeron todos los que se hallaban mal.
Cuando el amor a Cristo y a su doctrina no son motivo suficiente para atraer a otros, quizás lo sea el amor a sí mismos en el reconocimiento de sus necesidades personales. ¡Hay en el Mundo tanta miseria, tanta insatisfacción y tanta aflicción, que solo tienen remedio acudiendo a Jesucristo!
Si la gente se percatara de las cosas que son para su paz, pronto buscarían también las cosas de Cristo.
¿Cómo se acercaron a Jesús?
Le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto (V. 36).
Fueron a Él con ruego apremiante. Así se obtienen del Señor los mayores favores y las mejores bendiciones: Pedid, y os dará (Mt 7:7).
Con gran humildad.
El deseo de tocar solamente en borde de Su manto, insinúa que se consideraban indignos de exponerle su caso, y de pedirle que fuese Él quien les tocase para curarles; con este favor se conformaban. Con gran confianza en el poder infinito de Jesús, pues no dudaban que, con solo tocar el borde de Su manto saldría de Él suficiente virtud curativa; sin duda, recordaban los acaecidos anteriormente en Capernaúm a la mujer que padecía flujo de sangre (9:20-22).
Siempre es beneficioso aprovecharse de las saludables experiencias de otras personas, del fruto y buen resultado de este acercamiento a Cristo. El esfuerzo de esta gente no fue en vano, porque todos los que lo tocaron, quedaron completamente curados (V. 36).
Las curaciones de Cristo son siempre perfectas; nunca cura a medias. Y por muchos que sean los enfermos, nunca se agota Su poder curativo.
La menor de las instituciones que Cristo nos ha legado, está llena a rebosar como el borde de Su manto, de Su virtud curativa, y de Su gracia. Ese poder sanador, está a disposición de quienes le tocan con fe viva y verdadera. Cristo está en los cielos, pero en la tierra tenemos Su Palabra, y en ella está Él, por el poder de Su Espíritu.
Cuando mezclamos con fe La Palabra (He 4:2 literalmente), y nos sometemos a sus enseñanzas y a sus normas, basta con tocar el borde del manto de Jesús para obtener sanidad completa. No es por magia, sino por fe, y de acuerdo con la voluntad de Dios que sabe lo que más nos conviene, y cuándo nos conviene.
Si hoy Dios habló a tu vida, es porque Su Palabra está abriendo tu corazón, y Su Santo Espíritu está tocando para que Jesucristo entre en tu vida y seas curado, sanado; porque Tu Sanador te espera hoy. Amén.
Tu amado hermano de la fe en Cristo Jesús nuestro Eterno Salvador, Marco Marin Parra.
Dios te bendiga.
Suecia – Lysekil.
Para más temas y reflexiones puede seguirnos en: