EL AFÁN Y LA ANSIEDAD.

Por Marco Marin Parra.
Un mensaje de esperanza basado en Mateo 6:25-34
Jesús añade ahora algo de suma importancia para el creyente: si hemos escogido servir a Dios y poner en Él toda nuestra confianza, se sigue como una consecuencia natural que debemos desechar toda ansiedad acerca de las cosas necesarias para la vida. Jesús nos invita a no sentir ansiedad, ni preocupación acosante por las cosas necesarias como el comer y el vestir:



Por lo tanto, os dijo; (V.25)... como consecuencia de lo que acabo de decir, os digo como Dueño, Legislador, Salvador y Esposo de vuestras almas, No os afanés...

Pesar y ocuparse en las cosas necesarias para la vida, y trabajar para ganarse el sustento, es algo, no sólo legítimo, sino preceptuado por Dios. Pero... Lo que Jesús prohíbe es la ansiedad atormentadora que perturba el gozo en el Señor; la paz del Espíritu, el sueño reparador y el disfrute de las bendiciones que recibimos de Dios.

Tal ansiedad, tiene como fondo una falta de fe. Dios ha prometido proveer a sus hijos de todo lo necesario para la vida, no de lo superfluo, de modo que podemos decir como el Rey David: "Jehová es mi pastor, nada me faltará". Salmo 23:1.

No nos ha prometido banquetes, pero sí sustento. Estar ansioso acerca de ellos, equivale pues, a dudar de la fidelidad de Dios a Sus Promesas, o de la bondad y sabiduría de la Divina Providencia. Dice el Apóstol Pedro: "Echando toda ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros (1 Pedro 5:7). La Palabra de Dios está llena de referencias a esta actitud de confianza filial, que debe ser una característica de los creyentes.


No os afanéis por vuestra vida, aun tratándose de esta vida terrenal, que es el máximo valor de las cosas temporales: "todo lo que el hombre tiene, lo dará por su vida" (Job 2:4). Sin embargo, hemos de dejarla confiadamente en manos de nuestro Padre: "En Tus Manos están mis tiempos" (Salmo 31:15) ¡Está en buenas manos! "No os afanéis por el día de mañana" (V. 34), en general, por el porvenir

¡No estemos ansiosos por el futuro!

Así como no debemos jactarnos del día de mañana (Stg 4:13-16), tampoco debemos estar ansiosos por día de mañana, sea dulce o sea amargo; lo que nos depare el porvenir, hemos de ponerlo en Las Manos de Dios como un cheque en blanco, y rubricarlo con un ¡amén!

Existen infinidad de razones y argumentos con que Jesús fundamenta esta prohibición para mostrar cuánto interés tiene en esta materia, y cuánto le agrada el que los suyos tengan absoluta confianza en la providencia divina. Jesús respalda su mandato con las más poderosas razones.

Para librarnos de todo pensamiento de ansiedad en este asunto, Cristo nos sugiere los más consoladores pensamientos, para que llenemos de ellos nuestra mente y nuestro corazón. Si nuestra razón pura no es suficiente para quitarnos la ansiedad, la fe viva es más que bastante para vencerla.

¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? (V.25).

Sí, claro que lo es; se trata de algo evidente para todos. La vida es más importante que el sustento. La comida y el vestido están destinados para la vida, y el fin es más noble y excelente que los medios.

El manjar más exquisito, y el más sutil vestido proceden de la tierra; mientras que la vida procede del aliento de Dios (Gn 2:7). Esto nos sirve de estímulo para esperar de Dios que nos conceda el alimento y el vestido necesarios, y así desprendernos de toda ansiedad acerca de ellos.

Si Dios nos ha dado la vida y el cuerpo, ¿qué no podrá o no querrá darnos para mantenernos y protegernos? Si nos afanamos por las cosas del alma y de la vida eterna, que valen mucho más que el cuerpo y la vida temporal, podemos dejar en manos de Dios el cuidado de proveernos alimento y vestido, que son de menor importancia. El que nos guarda de los males a los que estamos expuestos, nos proveerá de los bienes que necesitamos.

Mirad a las aves y aprended de ellas a depender de Dios para su alimento (V.26).

Observad la providencia de Dios con respecto a ellas. Hay muchas clases de aves, algunas muy numerosas, algunas muy voraces; pero todas hallan el alimento conveniente para su especie. Estas aves, como quiera que, en su mayor parte prestan poco servicio al hombre, tampoco están al cuidado del hombre; los hombres se alimentan de ellas con frecuencia, pero raras veces las alimentan a ellas; sin embargo, no les falta el sustento.

Vuestro Padre Celestial las alimenta (V.26).


Pero lo más digno de notarse en este punto, es que dichas aves hallan alimento sin que ellas trabajen o se esfuercen por encontrarlo: "No siembran, ni siegan, ni recogen en graneros". Cada día, tan seguro como que el sol se levanta cada mañana, encuentran el sustento necesario, y todas ellas esperan en Dios para que les de su comida a su tiempo (Salmo 104:27), y Él provee a todas abundantemente; pues sus ojos están en todo lugar (Prov 15:3). Amén.

Que Dios nos ayude a comprender y a sacarnos toda ansiedad.

Dios los bendiga,
Su hermano Marco que los ama como Cristo amó a Su Iglesia.
Suecia - Lysekil.

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