EL TEMPLO.

Por Marco Marín Parra.


Lectura bíblica:
Juan 2:13-17 RV60


13 Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,
14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.
15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas;
16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.
17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.



  1. Jesús purifica el templo, Su primer acto público (Jn 2:13-17).
  2. Jesús purifica el templo, Su último gran acto público (Mat 21:12-13)
Estos dos actos fueron limpiar el templo de lo que les estaba destruyendo su verdadero propósito espiritual. El haber purificado el templo dos veces en el espacio de tres años de ministerio, indica cuán importantes son las siguientes lecciones espirituales:

1. El mayor interés de Cristo es la santidad y devoción sincera dentro de su Iglesia (Juan 17:17,19). Él murió para "santificarla, a fin de presentársela a si mismo, una Iglesia Santa y sin mancha". (Efesios 5:25-27).

2. La adoración dentro de la Iglesia debe ser en Espíritu y Verdad (Juan 4:24). La casa de Dios debe ser un lugar de oración y comunión con Dios. (Mateo 21:13).

3. Cristo condenará a todo el que use la Iglesia, el Evangelio o Su Reino para ganancia, gloria o jactancia personales.

4. El amor sincero a Dios y a sus propósitos redentores, dará por resultado un "celo" consumidor por la justicia de la casa, y del reino de Dios (Juan 2:17). Es decir, el que de veras quiera ser como Cristo, no tolerará la injusticia dentro la Iglesia. (Apocalipsis capítulos 2 y 3).

5. Es esencial que todos los verdaderos Ministros Cristianos protesten contra los que profanan y degradan el reino de Dios. (Romanos 14:17; 1 Corintios 6:9-11; Gálatas 1:6-10; Apocalipsis Cap 2 y 3).

6) Si no se permite que Cristo entre en las congregaciones de los fieles para purificarlos del engaño de la inmoralidad, de la secularización y de la profanación (Apoc 2 y 3), más tarde, en Su Segunda Venida y en juicio divino, Él purificará a Su Iglesia de manera definitiva. (Malaquías 3:2).

El punto central de adoración para los cristianos se desplazó del templo, a Jesucristo mismo. Ahora Él, no el templo, constituye la Presencia de Dios entre su Pueblo. Él es La Palabra de Dios hecha carne. (Juan 1:14), y en Él habita toda la plenitud de Dios. Colosenses 2:9.

En realidad, Jesús llama a Su propio Cuerpo "este templo" (Juan 2:19-22). Mediante Su sacrificio en la cruz, Él cumplió todos los sacrificios que tenían lugar en el templo. (Hebreos 9:1; 10:18).

Observemos también su conversación con la mujer samaritana: Jesús declaró que pronto la adoración tendría lugar, no en un edificio especifico, sino "en espíritu y en verdad"; es decir, donde quiera que las personas genuinamente creyeran La Verdad de La Palabra de Dios, y recibieran Al Espíritu de Dios por medio de Cristo (Juan 4:23).

Como Jesucristo personificó el significado del templo, y como la Iglesia es Su Cuerpo (Romanos 12:5; 1 Corintios 12:12-27; Efesios 1:22-23; Colosenses 1:18), se denomina a La Iglesia "el templo de Dios", donde mora Cristo y Su Espíritu. (1 Corintios 3:16; 2 Corintios 6:16; Efesios 2:21-22). Por medio de su Espíritu, Cristo vive en Su Iglesia y exige que Su Cuerpo sea santo.

Al igual que en el Antiguo Testamento donde Dios no toleraba profanación alguna de Su Templo, así Él promete destruir a cualquiera que profane a Su Iglesia. (1 Corintios 3:16).

El Espíritu Santo no sólo vive en la Iglesia, sino también, en el creyente individual como Su Templo (1 Corintios 3:16). Por esa razón, Pablo advierte vigorosamente contra cualquier contaminación del cuerpo humano, por inmoralidad o impureza.

Por último, no hay necesidad alguna de un templo en la nueva Jerusalén (Apoc. 21:22); la razón es clara: El templo era sólo un símbolo de la presencia de Dios entre Su Pueblo. No es necesario templo alguno cuando Dios y el Cordero estén en verdad viviendo entre ellos.

El Señor Todopoderoso es el Templo de ella y el Cordero (Apoc. 21:22). Mantengamos el templo nuestro limpio para esperar Su Venida. Mis bendiciones, y que este mensaje nos ayude en estos días, amén.

Tu amado hermano Marco Marin Parra.
Suecia - Lysekil.

http://edificandote.blogspot.com/

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