LA MUERTE DE UN HIJO.

Por Guillermo Morataya.

Lectura bíblica:
2 Samuel 18:33, 19:5-7 RV60

18:33 Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: !!Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! !!Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!

19:5 Entonces Joab vino al rey en la casa, y dijo: Hoy has avergonzado el rostro de todos tus siervos, que hoy han librado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus mujeres, y la vida de tus concubinas,

19:6 amando a los que te aborrecen, y aborreciendo a los que te aman; porque hoy has declarado que nada te importan tus príncipes y siervos; pues hoy me has hecho ver claramente que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías contento.

19:7 Levántate pues, ahora, y ve afuera y habla bondadosamente a tus siervos; porque juro por Jehová que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto te será peor que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

Reflexión: Apoyándonos en La Palabra de Dios, podremos superar la pérdida de un ser querido.


Una de las emociones negativas más fuertes que se pueda enfrentar, es sin duda alguna, la muerte de un hijo; pues aunque normalmente amamos a todos aquellos seres cercanos a nosotros, pero el amor de un padre para un hijo sólo lo podemos entender aquellos que tenemos la bendición de ser padres.

1. El impacto o shock, ante la pérdida de un hijo.

El pasaje nos lleva al momento en que David se entera de la muerte de su hijo Absalón.
Absalón se había convertido en enemigo de David, empezado una sedición, usurpado el trono, y había hecho huir a su padre; sin embargo, David amaba a su hijo de tal manera que la noticia de su muerte le impactó, se aisló, y se echó a llorar: ¡hijo mío Absalón///!
¡quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío// !

El desbordamiento de las emociones es natural en una situación de esta magnitud; y no debemos privar a una persona dolida de expresar su dolor, que llore, que se queje, que exprese su dolor.

2. Déjese ayudar.

David se aisló ante el sentimiento de dolor que experimentaba, sin darse cuenta que su actitud dañaba al pueblo.
En un momento así, es fácil caer en arrebatos y cometer errores; así que apóyese en personas de confianza para enfrentar la situación. Permita ser consolado; las expresiones de cariño y solidaridad de aquellos que nos aman, siempre son de bendición en esos momentos de crisis (allí juega un papel muy importante la iglesia).

3. No se culpe, ni culpe a otros.

David se sentía culpable de la muerte de su hijo, tanto así que el deseó morir él, en lugar de Absalón. Y es que uno de los sentimientos que afloran en esos momentos es la culpa, culpamos a otros y nos culpamos a nosotros mismos. Pensamos que quizás no hicimos lo necesario para evitar la situación, que quizás si hubiéramos seguido un proceso distinto nuestro hijo no hubiera muerto, o si no hubiésemos autorizado ese viaje no habría pasado lo que pasó, o si no lo hubieran llevado a ese paseo.

Lo cierto es que nosotros no somos capaces de conocer el futuro, no podíamos saber las cosas que habrían de suceder con anticipación. Siéntase satisfecho de haber hecho lo que estaba a su mano para preservar la salud de su hijo, siéntase satisfecho por el tiempo que Dios le permitió cuidar y disfrutar de su hijo.

Tampoco culpe a Dios, Él tiene planes que nosotros no entendemos, y ni el tiempo ni la muerte El Señor los concibe como nosotros lo concebimos; Dios ve más allá de lo que nosotros vemos, y sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos, descansemos en Su sabiduría.

4. Incorpórese a la vida cotidiana.

Joab, el general del ejército de David vió el peligro que representaba el hecho que su rey se aislara, y lo instó a incorporarse a su vida normal.

Cuando se enfrenta esta situación es necesario salir del encierro, incorporarnos a nuestra vida normal de trabajo, de búsqueda del Señor, de atención de nuestros seres queridos, la vida debe seguir. Es imposible dejar de sentir el dolor, pero refugiémonos en El Señor, descansemos en Él y un día si no aquí, allá en Su Presencia entenderemos el propósito del Señor para cada una de nuestras luchas.

Dios te bendiga.

www.OrientacionesBiblicas.org

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