Por Guillermo A. Morataya.
Pasaje bíblico: Job 1:1:
Dios te bendiga.
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Pasaje bíblico: Job 1:1:
Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
Reflexión: Nuestra vida debe reflejar nuestra fe en El Señor.
Cada vez que estudio el libro de Job, no dejo de asombrarme, no solo por la fe y la paciencia de este hombre; sino también, por la esperanza en El Señor que este hombre muestra y por la inmensa sabiduría que hay encerrada en cada uno de los versículos de este libro. Solo en este versículo uno hay tanto qué decir, pues en él nos habla El Señor del carácter mismo de Job; en otras palabras: Su personalidad, lo que él era, la razón por la cuál Dios mismo se atrevió a retar a Satanás: “No haz considerado a mi siervo Job...” (Job 1:8).
Y de ese carácter de este hombre quiero que meditemos hoy por un momento.
Primeramente La Palabra nos revela que era un varón perfecto. Respecto a esto, debemos entender que no se trata de una perfección en el sentido de que no había en él pecado. Si vamos al contexto de La Escritura se nos muestra que “no hay justo, ni si quiera uno” (Romanos 3:10); y Job mismo lo expresa en el capítulo nueve, versículo veinte: “si yo me justificare, me condenaría mi boca; si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.”
La perfección a la que La Palabra de Dios se refiere es una perfección moral, en otras palabras Job caminaba en integridad de corazón; era un hombre que aunque lleno de imperfecciones, su corazón era sincero delante de Dios; no era hipócrita, no vivía de apariencias, anhelaba en lo íntimo honrar a Su Señor.
Dios ama la integridad de corazón, pero aborrece la hipocresía; pues la hipocresía se burla de los atributos de Dios, cuando alguien trata de engañar al Señor le está diciendo: “no creo que seas omnisciente, no creo que seas omnipresente, no creo que seas eterno.” Pues aquel que en verdad cree en Dios, sabe que Él conoce aun lo intimo de nuestros pensamientos está descubierto delante de Él, y no queda otra alternativa que rendirnos humillados ante Su Majestad para abrazarnos a su misericordia.
Pero contrario a la integridad que Job abrazaba, en la actualidad predomina la falsedad, gente que tiene el nombre de que vive pero está muerta, hay muchos que se amparan al cristianismo no para abrazarse a las bendiciones que hay al allegarse al Señor; sino para buscar sus propios beneficios; ya sea económico, sexual, o de ansias de poder. ¡Pobres!, se olvidan de la realidad de Dios y la exhortación que La Palabra nos hace: “Dura cosa es caer en manos del Dios vivo” (Hebreos 10:31 )
La iglesia misma actúa muchas veces falsamente, se nos olvida que El Señor “ama la integridad en lo íntimo”. Dios aborrece la hipocresía, por eso en muchas ocasiones usa a sus siervos para definir la posición de su pueblo. “Hasta cuándo claudicareis entre dos pensamientos” (1Reyes 18:21) resuenan las palabras del profeta; “decidíos hoy a quien servir” (Josué 24:15) le reclama el patriarca al pueblo; “ojalá fueses frío o caliente, pero por cuanto no eres frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15) son las palabras del Señor en Apocalipsis.
El Señor anhela que en el corazón de su pueblo haya integridad.
También se nos dice que este hombre era recto, en otras palabras, la integridad de su corazón se reflejaba en su vida, no buscaba aprovecharse de otros a través del engaño o la estafa, perdonaba a sus ofensores, buscaba el hacer justicia ante la injusticia.
La realidad no se puede ser integro si no se es recto, Jesús mismo lo dijo: “El buen árbol por sus frutos se conoce” (Mateo 12:33), en otra ocasión Él también dijo: “En esto conocerán que son mis discípulos, en que guardan Mi Palabra” (Juan 14:21).
Así que no se trata de palabras dulzonas, ni de apariencias vanas, se trata de vivir luchando por agradar al Señor cada día.
Nos dice también el Señor por Su Palabra, que este hombre “era temeroso de Dios”. El temer a Dios no es ese miedo enfermizo: “debo portarme bien si no Dios me va a castigar”;Dios no está interesado en un temor asi, mas bien, el temer a Dios se refiere a un profundo amor y respeto. Entonces, ¿qué nos esta pidiendo El Señor?: “Que le amemos y le respetemos por lo que Él es y por lo que Él hace”.
El obedecer a alguien solo por miedo no tiene mérito, pero el honrar a alguien porque se ama a ese alguien, eso sí dice bastante. Cabe hacernos la pregunta: ¿Amamos realmente Al Señor?
Por último, quisiera agregar el lugar donde Job vivía: “Uz”, no vivía entre el pueblo de Dios, sino en un lugar donde no se servía a Dios. Y esto lo dejó plasmado El Señor para vergüenza de muchos que ponen como excusa a su cobardía el lugar donde viven, o las personas que les rodean.
Realmente el honrar a Dios no depende del lugar, ni de las personas; si se ama a Dios, se le va a honrar sin importar las circunstancias, si amas a Dios la vas a honrar doquiera que Él te halla llamado.
La Palabra misma nos declara: “las cosas escritas para nuestra edificación han sido escritas” (Romanos 15:4), El Señor ha dejado Su Palabra para que la pongamos por obra.
Reflexión: Nuestra vida debe reflejar nuestra fe en El Señor.
Cada vez que estudio el libro de Job, no dejo de asombrarme, no solo por la fe y la paciencia de este hombre; sino también, por la esperanza en El Señor que este hombre muestra y por la inmensa sabiduría que hay encerrada en cada uno de los versículos de este libro. Solo en este versículo uno hay tanto qué decir, pues en él nos habla El Señor del carácter mismo de Job; en otras palabras: Su personalidad, lo que él era, la razón por la cuál Dios mismo se atrevió a retar a Satanás: “No haz considerado a mi siervo Job...” (Job 1:8).
Y de ese carácter de este hombre quiero que meditemos hoy por un momento.
1.- La perfección de Job.
Primeramente La Palabra nos revela que era un varón perfecto. Respecto a esto, debemos entender que no se trata de una perfección en el sentido de que no había en él pecado. Si vamos al contexto de La Escritura se nos muestra que “no hay justo, ni si quiera uno” (Romanos 3:10); y Job mismo lo expresa en el capítulo nueve, versículo veinte: “si yo me justificare, me condenaría mi boca; si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.”
La perfección a la que La Palabra de Dios se refiere es una perfección moral, en otras palabras Job caminaba en integridad de corazón; era un hombre que aunque lleno de imperfecciones, su corazón era sincero delante de Dios; no era hipócrita, no vivía de apariencias, anhelaba en lo íntimo honrar a Su Señor.
Dios ama la integridad de corazón, pero aborrece la hipocresía; pues la hipocresía se burla de los atributos de Dios, cuando alguien trata de engañar al Señor le está diciendo: “no creo que seas omnisciente, no creo que seas omnipresente, no creo que seas eterno.” Pues aquel que en verdad cree en Dios, sabe que Él conoce aun lo intimo de nuestros pensamientos está descubierto delante de Él, y no queda otra alternativa que rendirnos humillados ante Su Majestad para abrazarnos a su misericordia.
2.- La imperfección actual.
Pero contrario a la integridad que Job abrazaba, en la actualidad predomina la falsedad, gente que tiene el nombre de que vive pero está muerta, hay muchos que se amparan al cristianismo no para abrazarse a las bendiciones que hay al allegarse al Señor; sino para buscar sus propios beneficios; ya sea económico, sexual, o de ansias de poder. ¡Pobres!, se olvidan de la realidad de Dios y la exhortación que La Palabra nos hace: “Dura cosa es caer en manos del Dios vivo” (Hebreos 10:31 )
La iglesia misma actúa muchas veces falsamente, se nos olvida que El Señor “ama la integridad en lo íntimo”. Dios aborrece la hipocresía, por eso en muchas ocasiones usa a sus siervos para definir la posición de su pueblo. “Hasta cuándo claudicareis entre dos pensamientos” (1Reyes 18:21) resuenan las palabras del profeta; “decidíos hoy a quien servir” (Josué 24:15) le reclama el patriarca al pueblo; “ojalá fueses frío o caliente, pero por cuanto no eres frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15) son las palabras del Señor en Apocalipsis.
El Señor anhela que en el corazón de su pueblo haya integridad.
3.- La rectitud de Job.
También se nos dice que este hombre era recto, en otras palabras, la integridad de su corazón se reflejaba en su vida, no buscaba aprovecharse de otros a través del engaño o la estafa, perdonaba a sus ofensores, buscaba el hacer justicia ante la injusticia.
La realidad no se puede ser integro si no se es recto, Jesús mismo lo dijo: “El buen árbol por sus frutos se conoce” (Mateo 12:33), en otra ocasión Él también dijo: “En esto conocerán que son mis discípulos, en que guardan Mi Palabra” (Juan 14:21).
Así que no se trata de palabras dulzonas, ni de apariencias vanas, se trata de vivir luchando por agradar al Señor cada día.
4.- El temor de Job.
Nos dice también el Señor por Su Palabra, que este hombre “era temeroso de Dios”. El temer a Dios no es ese miedo enfermizo: “debo portarme bien si no Dios me va a castigar”;Dios no está interesado en un temor asi, mas bien, el temer a Dios se refiere a un profundo amor y respeto. Entonces, ¿qué nos esta pidiendo El Señor?: “Que le amemos y le respetemos por lo que Él es y por lo que Él hace”.
El obedecer a alguien solo por miedo no tiene mérito, pero el honrar a alguien porque se ama a ese alguien, eso sí dice bastante. Cabe hacernos la pregunta: ¿Amamos realmente Al Señor?
5.- Vivía en luz.
Por último, quisiera agregar el lugar donde Job vivía: “Uz”, no vivía entre el pueblo de Dios, sino en un lugar donde no se servía a Dios. Y esto lo dejó plasmado El Señor para vergüenza de muchos que ponen como excusa a su cobardía el lugar donde viven, o las personas que les rodean.
Realmente el honrar a Dios no depende del lugar, ni de las personas; si se ama a Dios, se le va a honrar sin importar las circunstancias, si amas a Dios la vas a honrar doquiera que Él te halla llamado.
Conclusión:
La Palabra misma nos declara: “las cosas escritas para nuestra edificación han sido escritas” (Romanos 15:4), El Señor ha dejado Su Palabra para que la pongamos por obra.
Dios te bendiga.
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