Amor, la medicina que sana al mundo.

Por Marco Marin Parra.
Un mensaje basado en 1 Corintios 13:1-7.

1 Co 13:1-7:

1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.

7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El apóstol describe ese camino por excelencia que es el "amor".

A) Muestra su absoluta necesidad (V.1-3).

B) Describe sus propiedades (V. 4-7),

C) Muestra cuánto aventaja a los mejores dones y a todas las demás gracias, no solo por su calidad, sino también por su duración (V. 8-13).

En los versículos del 1 al 3, el apóstol muestra qué quería decir al mencionar el camino más excelente; se refería al amor en su sentido más elevado. Es conveniente recordar que, el griego tiene tres vocablos que designan tres clases de amor:

"Eros", que designa el amor de algo apetecible, en especial el amor entre un hombre y una mujer; "philia", que es el amor de amistad, y "agapé" que designa el amor de absoluta generosidad por el que se busca el bien del amado por encima de todo interés o provecho del amante.

Este amor es característico de Dios (Jn 3:16; 1 Jn 3:1; 4:8,16), y a este se refiere Pablo en este capítulo. En cuanto que es como una participación del amor de Dios, pues con él amamos a Dios y al prójimo como se debe amar.

De este amor dice aquí Pablo que es indispensable, ya que sin él, los más gloriosos charismas no sirven para nada al sujeto que los posee. Sin él, nada sirven las lenguas (V. 1). Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o címbalo que retiñe.

Pablo usa el verbo "ekhéo" (de donde viene eco) para designar el sonido, con toda probabilidad de una especie de "gong" (mas bien que de una trompeta); y el verbo "alalázo" para describir el tañido continuo, fuerte y áspero de un timbal.

Con ello, da a entender que sin amor, todo lo que se diga, ya sea en el uso estático del don de lenguas, ya en la más elocuente exposición de la Palabra de Dios, no es otra cosa que ruido vano e inútil.

El apóstol pasa después a referirse a los dones relacionados con el conocimiento (V. 2): "Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia (la suma de toda sabiduría divina y humana), y si tuviese tanta fe como para trasladar montañas (el mismo don de 12:9; Comp. con Mr 11:23), pero no tengo amor, nada soy." Notemos que no dice: "poco soy" sino "nada soy". La elección del vocablo es muy impresionante.

De ahí pasa a los dones que se relacionan con la generosidad llevada hasta los últimos extremos (V. 3): "Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve", es decir, no gano nada con eso.

Pablo no puede expresar en términos más claros y explícitos lo indispensable del amor, y lo inútil que, sin él, resultan las dos virtudes que más se han apreciado a lo largo de los siglos: La generosidad, llevada hasta el extremo de desprenderse de una vez por todas (el verbo está en aoristo) de todos los bienes de fortuna para darlos a los podres, y el martirio: "Entregar el cuerpo" (la misma expresión de Daniel 3:28) para ser quemado. Es decir, una muerte atroz y voluntaria, pero que no procede de un amor verdadero a Dios o al prójimo.

Una persona puede poseer un sentido tal de dedicación a un alto ideal, que esté dispuesta a entregarse a una muerte tan dolorosa como esta; pero si carece de amor, de nada le aprovecha. Si el corazón no nos arde de amor, nada ganaremos con que nuestro cuerpo sea reducido a cenizas en pro de la verdad.

Vemos ahora, algunas de las excelentes propiedades del amor genuino:

1) "El amor es paciente" (V. 4). Es decir, sabe soportar los males y las injusticias que provienen de la maldad de los hombres (ese es el sentido del vocablo griego), al confiar en la protección de Dios.

2) "Es servicial". Esto es, trata al prójimo con amabilidad y con benignidad, y aprovecha todas las oportunidades para hacer el bien a los semejantes.

3) "El amor no tiene envidia". No siente celos ante el bien del prójimo, sino que se alegra de que los demás disfruten de los mayores y mejores bienes de toda clase.

4) "No es jactancioso. No se engríe (envanece), las dos ideas son afines. En el primer vocablo, vemos un verbo que no vuelve a salir en Las Escrituras, y viene a designar algo así como una "bolsa llena de aire", por lo "engreíse". El Segundo, es como la exteriorización vanidosa del orgullo interior. El amor huye de estas actitudes, pues es amigo de la modestia y de la humildad.

5) "No hace nada indebido" (V. 5). Se refiere, no solo a una conducta decente, sino también, ordenada y cortés con los demás. No hace nada fuera de tiempo ni de lugar.

6) "No busca lo suyo". (Lit.) Es decir, no busca su propio interés, su propia utilidad, al contrario de lo que le ocurre al egoísta (10:24 y contraste, Fil 2:21). El verdadero amor es directamente lo contrario del egoísmo.

7) "No se irrita". Donde arde la llama del amor, no se encienden fácilmente las llamas del furor; y, si llegan a encenderse de pronto, no tardan en apagarse. El verbo que Pablo usa, es de la misma raíz que el vocablo que emplea Lucas para "tirantez" en Hechos 15:39.

8) "No toma en cuenta el mal". Es decir, no ve malas intenciones en los dichos y hechos de los demás, ni guarda resentimientos en el fondo del corazón. El verbo se usaba para anotar cuentas en un libro de registro el "debe y haber", y expresa muy bien la inclinación del amor a olvidar las injurias recibidas; y a no tener en reserva ningún sentimiento de revancha.

9) "No se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad" (V. 6). El paralelismo antitético que Pablo establece en este versículo, nos ayuda a entender mejor el sentido del vocablo "verdad" aquí: Lo genuino, lo bueno, lo justo (Comp. con Jn 14:6; Ef 4:21; 2 Ts. 2:10,12).

Cuando esta verdad triunfa y se regocija, el amor se regocija juntamente con ella; mientras que le entristecen la injusticia, la violencia, la maldad de todo género que suelen figurar, con grandes letras, en los epígrafes (titulares) de los diarios, y en los primeros lugares de los demás medios de comunicación. Eso que tanto interés suele suscitar en la mayoría, sólo tristeza le produce al amor.

10) "¡Todo lo sufre (excusa), todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". ¡Qué bello programa en cuatro brevísimas frases! El primer verbo comporta la idea de "cubrir". El amor "cubre" (oculta) (Comp. con Pr. 10:12; Stg. 5:20; 1 P. 4:8, aunque el verbo es distinto) y excusa, en cuanto es posible las faltas del prójimo.


Escuche el mensaje aquí.


El verbo admite también, como en 9:12, la idea de callarse y soportar las inconveniencias provenientes de la inconsideración ajena, y así lo entienden algunos aquí también. "Todo lo cree", no indica excesiva credulidad, sino todo lo contrario, no cree fácilmente lo malo que se dice de los demás, sino que, se inclina a fiarse de los demás (éste es el sentido), y a no ver mal en el prójimo, mientras no sea notorio el mal (y aun así, resulta aventurado juzgar las intenciones).

Cuando la maldad ajena no puede negarse, el amor todo lo espera; es decir, no pierde la esperanza de una enmienda, de una recuperación moral o espiritual; "rehúsa tener por definitiva el fracaso". Y mientras tanto, aun en el caso de que las esperanzas parezcan fallidas, no se rinde, todo lo soporta (gr. Hupoménei). Con fortaleza activa, cristiana, pone decididamente el hombre bajo las más adversas circunstancias.

Es la persistencia del soldado que, en lo más recio de la batalla no desmaya, sino que continúa repartiendo mandobles a diestra y siniestra con todo vigor.

Solo le pido a Dios, que esta medicina llegue al corazón del mundo enfermo, y pueda sanar de nuestro egoísmo. ¡Ayúdanos Señor!

Tu hermano Marco Marin Parra.
Suecia – Lysekil.
Bendiciones.

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