Por Marco Marin Parra.
Basada en Lucas 14:1-6.
Vemos la curación de un hombre hidrópico, que Jesús llevó a cabo el sábado.
A continuación dos lecciones de Jesús; una de humildad, otra de caridad. Luego, El Señor expone una parábola para expresar la urgente invitación a venir a Cristo para recibir salvación.
Vemos aquí al Hijo del Hombre comiendo y bebiendo, para conversar familiarmente con toda clase de personas.
En esta ocasión era sábado y entró “para comer en casa de uno de los principales de los fariseos“. Obsérvese cuán generoso es Dios con nosotros, otorgándonos tiempo, incluso en el día dedicado especialmente a Su servicio para atender a nuestras necesidades corporales; y cuán diligentes hemos de ser en no abusar de dicha libertad.
No hay razón para pensar que fuese un banquete especial, sino una comida ordinaria. Aunque en los días de mayor fiesta, hemos de guardarnos de toda clase de excesos.
Incluso entonces, su mayor interés era hacer el bien: “Y he aquí que estaba delante de Él un hombre hidrópico“ (V. 2), una enfermedad con retención de líquido e hinchazón. Es muy probable que su enfermedad se hallase en un estado muy avanzado, pero… ¡Qué dicha tan grande es estar delante del Señor!
Cristo se anticipó a bendecir a este enfermo con Su bondad característica, antes de que el hidrópico se lo pidiera. También aquí, Jesús hubo de soportar tal contradicción de pecadores contra sí mismo (He 12:3); pues éstos (fariseos) le acechaban atentamente (V. 1).
No podemos deducir a base del texto sagrado cuál era la intención del dueño de la casa, pero sí la de los fariseos que le acompañaban; como se ve por la actitud de acecho (V. 1) y por el significativo silencio (V. 4) a la pregunta que Jesús les dirigió: “¿Es lícito sanar en sábado?” (V. 3).
No quisieron responder ni sí ni no, porque el designio de ellos no era ser informados por Él, sino, informar acerca de Él. No querían decir: “Es lícito“, para no aprobar la conducta de Jesús; pero tampoco se atrevían a decir “No es lícito“, por no enemistarse con el enfermo que tenían delante.
De un modo semejante, muchos hombres honestos y santos han sido censurados y perseguidos por hacer lo que sus propios perseguidores no podían, al menos, de reconocer tácitamente que era cosa legal y buena, la que los perseguidores habían llevado a cabo.
El Evangelio nos muestra, cuán a menudo los judíos estaban prestos a arrojar piedras a Jesús cuando Él acababa de hacer buenas obras. Cristo no permitió que la mala voluntad de los fariseos presentes le impidiera llevar a cabo una buena obra; sino, que “tomándole (al hidrópico) le sanó y le despidió” (V. 4); es decir, le dejó marchar. Le agarró de la mano, como indica el verbo original, le sanó instantáneamente, y le dejó marchar a continuación para no dar a los fariseos presentes mayor ocasión de enojo con la presencia del hombre recién sanado.
Entonces se dirigió a los fariseos para justificar lo que acababa de hacer, y silenciar las objeciones que ellos pudiesen abrigar (V.5-6). Respondió a los pensamientos de ellos, e hizo que se callaran por vergüenza (V. 6) los que antes se habían callado por maldad (V.4). Y lo hizo, al apelar a una obra que ellos mismos llevaban a cabo en día de reposo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en sábado, es decir, con toda urgencia sin diferirlo por algunas horas no sea que perezca?
Aun cuando no lo hagan por compasión hacia el animal, sino por su propio interés “asno o buey“; ya que el reponer el animal perdido por otro, les va a costar dinero, por ahorrar, el cual bien puede dispensarse de la obligación de descansar en sábado.
Hay muchos que fácilmente se dispensan de dar culto al Señor y de hacer bien a sus hermanos, pero no se dispensan de buscar su propio interés.
La pregunta de Cristo hizo callar a los fariseos, y no le podían replicar a estas cosas (V. 6). Cristo siempre queda justificado cuando habla. Hoy nos deja una enseñanza; mejor dicho, una buena tarea para nuestras vidas como cristianos. Humildad, caridad, un hombre sanado en una comida.
Una vez más, que toda honra y Gloria sea de Dios. Que esta Palabra quede en nuestra vida con Humildad y Caridad. Amén.
Tu amado hermano Marco Marin Parra.
Suecia – Lysekil
Bendiciones.
www.OrientacionesBiblicas.org
Un sitio para conocer lo que Dios tiene que decirnos.
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Basada en Lucas 14:1-6.
Lc 14:1-6. RV60: 1 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante, que era fariseo, éstos le acechaban. 2 Y he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico. 3 Entonces Jesús habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 4 Mas ellos callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió. 5 Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? 6 Y no le podían replicar a estas cosas. |
A continuación dos lecciones de Jesús; una de humildad, otra de caridad. Luego, El Señor expone una parábola para expresar la urgente invitación a venir a Cristo para recibir salvación.
Vemos aquí al Hijo del Hombre comiendo y bebiendo, para conversar familiarmente con toda clase de personas.
En esta ocasión era sábado y entró “para comer en casa de uno de los principales de los fariseos“. Obsérvese cuán generoso es Dios con nosotros, otorgándonos tiempo, incluso en el día dedicado especialmente a Su servicio para atender a nuestras necesidades corporales; y cuán diligentes hemos de ser en no abusar de dicha libertad.
No hay razón para pensar que fuese un banquete especial, sino una comida ordinaria. Aunque en los días de mayor fiesta, hemos de guardarnos de toda clase de excesos.
Incluso entonces, su mayor interés era hacer el bien: “Y he aquí que estaba delante de Él un hombre hidrópico“ (V. 2), una enfermedad con retención de líquido e hinchazón. Es muy probable que su enfermedad se hallase en un estado muy avanzado, pero… ¡Qué dicha tan grande es estar delante del Señor!
Cristo se anticipó a bendecir a este enfermo con Su bondad característica, antes de que el hidrópico se lo pidiera. También aquí, Jesús hubo de soportar tal contradicción de pecadores contra sí mismo (He 12:3); pues éstos (fariseos) le acechaban atentamente (V. 1).
No podemos deducir a base del texto sagrado cuál era la intención del dueño de la casa, pero sí la de los fariseos que le acompañaban; como se ve por la actitud de acecho (V. 1) y por el significativo silencio (V. 4) a la pregunta que Jesús les dirigió: “¿Es lícito sanar en sábado?” (V. 3).
No quisieron responder ni sí ni no, porque el designio de ellos no era ser informados por Él, sino, informar acerca de Él. No querían decir: “Es lícito“, para no aprobar la conducta de Jesús; pero tampoco se atrevían a decir “No es lícito“, por no enemistarse con el enfermo que tenían delante.
De un modo semejante, muchos hombres honestos y santos han sido censurados y perseguidos por hacer lo que sus propios perseguidores no podían, al menos, de reconocer tácitamente que era cosa legal y buena, la que los perseguidores habían llevado a cabo.
El Evangelio nos muestra, cuán a menudo los judíos estaban prestos a arrojar piedras a Jesús cuando Él acababa de hacer buenas obras. Cristo no permitió que la mala voluntad de los fariseos presentes le impidiera llevar a cabo una buena obra; sino, que “tomándole (al hidrópico) le sanó y le despidió” (V. 4); es decir, le dejó marchar. Le agarró de la mano, como indica el verbo original, le sanó instantáneamente, y le dejó marchar a continuación para no dar a los fariseos presentes mayor ocasión de enojo con la presencia del hombre recién sanado.
Entonces se dirigió a los fariseos para justificar lo que acababa de hacer, y silenciar las objeciones que ellos pudiesen abrigar (V.5-6). Respondió a los pensamientos de ellos, e hizo que se callaran por vergüenza (V. 6) los que antes se habían callado por maldad (V.4). Y lo hizo, al apelar a una obra que ellos mismos llevaban a cabo en día de reposo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en sábado, es decir, con toda urgencia sin diferirlo por algunas horas no sea que perezca?
Aun cuando no lo hagan por compasión hacia el animal, sino por su propio interés “asno o buey“; ya que el reponer el animal perdido por otro, les va a costar dinero, por ahorrar, el cual bien puede dispensarse de la obligación de descansar en sábado.
Escuche el mensaje aquí.
La pregunta de Cristo hizo callar a los fariseos, y no le podían replicar a estas cosas (V. 6). Cristo siempre queda justificado cuando habla. Hoy nos deja una enseñanza; mejor dicho, una buena tarea para nuestras vidas como cristianos. Humildad, caridad, un hombre sanado en una comida.
Una vez más, que toda honra y Gloria sea de Dios. Que esta Palabra quede en nuestra vida con Humildad y Caridad. Amén.
Tu amado hermano Marco Marin Parra.
Suecia – Lysekil
Bendiciones.
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