Autoridad y Poder.

Por Marco Marin Parra.
Basado en Lucas 4:31-44.

Lc 4:31-44. RV60:

31 Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.

32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.

33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,

34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.

35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.

36 Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?

37 Y su fama se difundía por todos los lugares de los contornos.

38 Entonces Jesús se levantó y salió de la sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella.

39 E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.

40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

42 Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos.

43 Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.

44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea.
Cuando Cristo fue expulsado de Nazaret, vino a Capernaúm, otra ciudad de Galilea. Su predicación: Y en sábado les estaba enseñando (V. 31).

La predicación de Cristo causó gran impresión en la gente, y se quedaban asombrados de Su Autoridad (V. 32). Cada palabra suya comportaba peso y sustancia, e incitaba a nuevos descubrimientos iluminadores; además, llevaba un Poder de mando y un poder de eficacia que se imponía a la conciencia de los oyentes.

Sus Milagros se especifican, en particular dos; los cuales muestran que Cristo es: Controlador y Conquistador de Satanás, por el poder de expulsarlo de aquellos de quienes había tomado posesión corporal.

Notemos...

»Que el demonio es un espíritu inmundo, y su naturaleza es diariamente opuesta a la del Dios puro y santo;

»Que trabaja en el interior de los hijos de los hombres, y es posible que quienes están bajo el poder y la operación de él se encuentren en la sinagoga;

»Que incluso, los demonios creen que Jesucristo es el santo de Dios (V. 34, compárese con Stg 2:19);

»Que creen, pero están temblando (como dice Santiago en el texto citado); por eso, este espíritu inmundo “gritó“ con voz fuerte (V. 33), ya que temió que Cristo viniese ahora a destruirle (V. 34);

»Que los demonios no tienen nada que ver con Jesús (V. 34), y que no desean tener nada que ver con Él;

»Que Cristo posee un poder omnímodo sobre el demonio. “Jesús entonces le increpó, diciendo: cállate y sal de él“ (V. 35).

Cristo no sólo le impuso silencio, sino que le tapó materialmente la boca. Al quebrantarse aquí el poder de Satanás, el enemigo vencido muestra su perversidad, mientras que Cristo vencedor muestra Su gracia y Su misericordia; pues el demonio arrojó al poseso en medio de ellos con la intención de despedazarlo, pero Cristo lo impidió y forzó al demonio a salir de él sin hacerle ningún daño.

A quienes Satanás no puede destruir, trata de perjudicar; pero es un gran consuelo saber que no puede hacer más daño del que El Señor le permite; más aún, no podrá hacer verdadero daño. El poder de Cristo sobre el demonio fue universalmente reconocido y glorificado: "Todos quedaron sobrecogidos de estupor, y se decían unos a otros: ¿Qué manera de hablar es ésta, que manda con autoridad y poder a los demonios y salen?".

Quienes tenían pretensión de arrojar demonios, lo hacían con abundancia de fórmulas mágicas, pero Cristo los expulsaba con autoridad y poder. Este milagro le ganó a Cristo gran reputación: "Y su fama se difundía por todos los lugares de los contornos".

La fama del Señor Jesucristo fue en los comienzos de Su Ministerio mucho mayor que después, cuando la gente se acostumbró a sus Milagros y perdió el asombro que les había sobrecogido al principio.

Sanador de enfermedades:

En el milagro anterior, Cristo atacó a la raíz de la miseria del hombre, que es la enemistad de Satanás. En el milagro que se nos refiere a continuación (V. 38-39), Cristo ataca a una de las ramas más extendidas de dicha miseria, y una de las más comunes calamidades de la familia humana, como es la enfermedad.

El Señor Jesucristo, que había venido a quitarle el aguijón a la muerte, vino a quitárselo también a la enfermedad, que es el prólogo corriente de la muerte. De todas las enfermedades, una de las peores para la gente de alguna edad, es la fiebre muy alta. Aquí vemos a Cristo que cura esta fiebre muy alta, y lo hace simplemente con Su Palabra.

“Increpó a la fiebre“. El lugar era la casa de Simón Pedro, y el paciente era la propia suegra de Pedro.

Notemos aquí esto:

«Que Cristo es un huésped que paga muy bien por el hospedaje; quienes le acogen en su corazón y en su casa, no perderán nada, sino, que ganarán mucho con Él. Pues viene para sanar.

»Que incluso las familias que acogen bien al Señor pueden estar aquejadas de enfermedades; pueden estar sujetas a las comunes calamidades, aunque disfruten de sus más distinguidos favores.

»Que aun los mejores, pueden ser ejercitados con las peores aflicciones como la Suegra de Simón, aquejada de una fiebre alta, aguda, amenazante.

»Que no hay edad exenta de achaque.

»Que cuando alguno de nuestros familiares esté enfermo, debemos acudir al Señor Jesús en oración por él: "Y le rogaron por ella".

Cristo se preocupa de los Suyos cuando se hallan en aflicción y apuro: "Él se inclinó sobre ella" como quien se interesa grandemente por el enfermo. Cristo mostró Su poder soberano sobre las enfermedades corporales, pues tan pronto como increpó a la fiebre, ésta salió de la enferma.

Lo milagroso de la cura se mostró, en que ella se levantó en seguida y se puso a servirles; cuando Cristo imparte una nueva vida, determina y espera que esa vida sea empleada siempre en Su servicio. Si llegamos a levantarnos del lecho del dolor, ha de ser para dedicarnos más activamente al servicio del Señor, no como el rey Ezequías, a quien el milagroso alargamiento de la vida sólo le sirvió para cometer la mayor imprudencia de su vida (Isaías Cap 38-39).

Quienes sirven a Jesucristo, deben estar dispuestos a servir también a todos los que son de Cristo por amor de Él, como la Suegra de Simón, que “se puso a servirles“, y con mucha razón; pues ellos habían rogado al Señor por ella. Después viene un informe general de muchos otros Milagros que el Señor hizo: "Sanó a todos los que le traían enfermos de diversas dolencias, poniendo las manos sobre cada uno de ellos".

Notemos que Su poder era general, pero las curaciones las llevaba a cabo de manera personal.

Jesús nos ve y nos ama a todos, pero no como masa, sino, a cada uno en particular; podemos asegurar que se dirige a cada uno de nosotros como si no existiese nadie más en este mundo. Aun cuando se dirija a nosotros para que nos integremos en el grupo de los Suyos, y en el amor hacia todos.

Vemos que El Señor tenía remedio para cada enfermedad: “Y también salían demonios de muchos“. Estos demonios se comportaban de manera parecida a como lo había hecho el de la sinagoga (V. 34 y 41). Finalmente que al hacerse de día, salió y se marchó a un lugar solitario. Por el Evangelio de Marcos 1:35 sabemos que se retiró, no a descansar, sino a orar.

Aunque su comunión con el Padre era continua, Su mayor delicia era la oración, en la que podía concentrarse mejor sin distracción que las multitudes le ocasionaban. En realidad, nunca estamos menos solos, que cuando estamos a solas con Dios.
Escuche el mensaje aquí.
Pero no tardaron mucho en buscarle y tratan de retenerle entre ellos. Esto nos enseña que, aun cuando un lugar solitario sea un sitio conveniente para retirarse, no lo es para residir, pues hemos venido a este mundo, no a vivir para nosotros mismos, sino, a hacer el bien a los demás, y servir al Señor dondequiera que Él nos ponga.

La gente buscaba a Jesús hasta en el desierto, pues no hay desierto donde está Jesús. Y trataban de retenerle. Este era un buen deseo, pero no según conocimiento, pues, Cristo era una luz que había venido a alumbrar a todo hombre (Jn 1:9).

Por eso, a pesar de tan buena acogida en Capernaúm, les dijo: "También a las otras ciudades debo predicar el reino de Dios; porque para esto he sido enviado". Quienes disfrutan de los beneficios del Evangelio, han de desear que también otros disfruten de los mismos beneficios.

El Evangelio tiene alcance mundial (Mr 16:15; Mt 28:19), y por tanto, nadie debe pretender monopolizarlo.

Demos gracias al Señor que no permitió ser confinado a un solo lugar, sino, que prometió estar dondequiera que dos o tres estén congregados en Su Nombre (Mt 18:20). Amén.

Tu amado hermano Marco, desde el corazón para vuestros corazones. Dios nos bendiga y nos ayude a ser fieles con Su Eterna, Poderosa y Bendita Palabra.

Suecia - Lysekil.

www.OrientacionesBiblicas.org
Un sitio para conocer lo que Dios tiene que decirnos.
Síganos en... www.Facebook.com/Edificate

Imprimir este post.
Compartir este blog con sus amigos...
This entry was posted in , . Bookmark the permalink.

Síganos en Facebook:

COMÉNTENOS SOBRE ESTE BLOG:

Amado Dios, dedico a Tí el trabajo de este sitio, y lo hago con todo mi corazón y con todo mi amor, esperando que por medio de él atraerás a los que deseas que vengan a Tí. Por mi trabajo en la oficina no puedo salir a predicar, pero con esto quiero hacer mi aporte. Recíbelo Señor, te lo entrego en tus manos, para que lo sostengas si te place. Recibe Tú la exaltación por los buenos comentarios; y por los ataques y ofensas hacia mi persona toma Tú el control de todo, pues este sitio es Tuyo Señor. A Tí sea la Gloria, la Honra, la Alabanza, el Poder y Majestad, por los siglos de los siglos en nombre de Jesucristo, Señor y Salvador Nuestro. Amén.