Sabéis el camino.


Escuche el mensaje aquí.
Por Marco Marin Parra.
Basado en Juan 14:4-7.

Después de poner ante los ojos de los discípulos la meta de la felicidad celestial, Jesús pasa ahora a mostrarles en si mismo el camino para dicha meta. Lo da como cosa conocida de ellos: "Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino" (V. 4). Como si dijese: Lo podéis saber fácilmente, pues no es ninguna de las cosas secretas que no os pertenecen a vosotros; sino, que es de las reveladas.

Lo sabéis; sabéis y conocéis que existe esa casa, y que existe un camino para esa casa; aunque quizá no acertéis a percataros de cuál es esa casa, y cuál es el camino. En realidad, ya se os ha dicho y no podéis menos de conocer, tanto la mansión como el camino.

A esta declaración de Jesús, objeta Tomás su propia ignorancia, tanto de la meta como del camino. Le dijo Tomás: Señor no sabemos adónde vas; ¿cómo, pues podemos saber el camino? (V. 5).

La declaración que Jesús acaba de hacer respecto al conocimiento, que de la meta y del camino esperaba de ellos, suscita en ellos, precisamente, el reconocimiento de la ignorancia en que estaban en relación con todo eso; al mismo tiempo que les aviva el deseo de saber más.

Aquí muestra Tomás mayor modestia que Pedro. Pedro sentía afán de conocer dónde iba El Señor; en cambio Tomás, está solícito por conocer el camino. Al confesar su ignorancia recomendaba su modestia.

Los fieles siervos del Señor, cuando se hallan a oscuras, conscientes de que conocen sólo en parte (1 Co 13:12), están prestos a reconocer su propia deficiencia. Pero las causas de la ignorancia de los discípulos era palpable, ya que desconocían adónde iba Jesús por no discernir los tiempos y sazones, y pensaban que Cristo iba a restaurar de inmediato, sin pasar por la cruz el reino mesiánico (Hch 1:6).

La imaginación de los discípulos volaba de una ciudad a otra del país, preguntándose en cuál de ellas iba Jesús a ser ungido rey; por eso, no podían entender en qué lugar de los cuatro puntos cardinales iban a ser edificadas aquellas "mansiones" de las que Jesús les hablaba.

Si Tomás hubiera entendido que Jesús se dirigía al otro mundo, y en ese mundo, al cielo, no habría dicho: "cómo podemos saber el camino" (Jn 14:6). A esta objeción de Tomás, nacida de una supina ignorancia, da Jesús cumplida respuesta (V.6-7).

Tomás le había preguntado sobre la meta y sobre el camino, y Jesús contesta a ambas preguntas. Le conocían suficientemente a Él, y Él era El Camino; podían, del mismo modo, conocer al Padre, y El Padre era la meta. Por consiguiente, con razón les había dicho: "Sabéis adónde voy y sabéis el camino" (V.5).

"Creéis en Dios, que es la meta; creed también en Mí" que soy el camino (V. 1). Cristo habla de sí mismo como camino: "Yo soy el camino; Nadie viene al Padre, sino por medio de mí" (V. 6).

La naturaleza de la mediación de Cristo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida".

Como quiera que todo el contexto pone de relieve la idea de "camino", es muy probable que Jesús, al hablar en arameo, quisiese decir: "Yo soy el camino vivo y verdadero"; ya que el hebreo y el arameo suelen expresar por acumulación de sustantivos. Cristo es el camino en el que Dios y el hombre se encuentran. No es un camino entre tantos (Hch 16:17), "un camino"; sino, el único camino de salvación (Hch 4:12).

Ya no estamos en el estado de inocencia para ir por nosotros mismos al árbol de la vida, pero podemos ir a Él por medio de Cristo (Ap 22:14). Todo el que siga las pisadas de Cristo (1 Pedro 2:21), puede estar seguro de que no se desviará del camino recto hacia el cielo.

Cristo es La Verdad, no una verdad cualquiera: científica, religiosa, filosófica, etc, sino, la Única Verdad consistente y total. El Alfa y La Omega, de la "A" a la "Z" es la enciclopedia completa de Dios (Ap 1:8; 22:13).

Sin mezcla de error ni falsedad, esa es la verdad que hace libre (Jn 8:32). Por eso, al inquirir sobre La Verdad, no necesitamos aprender otra verdad que la que está comprendida en Jesús; pues, todas las cosas están en Él resumidas y restauradas (Ef 1:10).

En Cristo está la clave de todos los enigmas, pues Él nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría (1 Co 1:30). Cristo es la vida, no una vida cualquiera. La forma externa de nuestro vivir, juntos con los bienes con que se sustenta (1 Jn 2:16; 3:17); ni la interna pero corruptible vida temporal que hemos de estar dispuestos a sacrificar en aras de Cristo, y del Evangelio (Jn 12:25). La vida en el centro mismo del ser, participación de la vida de Dios.

Esta es la vida que dura por toda la eternidad ( Jn 3:15-16,36; 5:24). Cristo y por Cristo, estamos vivos para Dios con esta vida de Dios (Ro 6:3-11; Ef 2:1-5). La necesidad de la mediación de Cristo: "nadie viene al Padre sino por medio de mí" (V. 6). El hombre caído (y todo ser humano es originalmente caído desde el vientre de su madre, Salmo 51:5) no puede llegarse a Dios como a su Padre, si no es llegándose a Cristo como el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti 2:5).

Que habla del Padre como la meta: "Si me conocieseis también conocerías a mi Padre y desde ahora le conocéis y le habeis visto" (V. 7). Esta es una implícita reprimenda a los discípulos, en percatarse de la verdadera personalidad de Cristo. "Si me conocieseis..." le conocían, pero no como podían y debían conocerle.

Jesús había dicho antes a los judíos, en presencia de los Apóstoles: Sí a Mí me conocieseis, también a mí Padre conoceríais (V. 8:19). Con todo, los Apóstoles no conocían tampoco a Jesús.

No es fácil decir cuál de las dos cosas es más extraña, si la ignorancia voluntaria de los enemigos de la luz, o los errores lamentables de los hijos de la luz. No obstante, Jesús se satisface en parte, por la sinceridad de ellos, a pesar de la debilidad que muestran en su entendimiento. "Desde ahora le conocéis y le habéis visto", por cuanto "la Gloria de Dios brilla en la faz de Jesucristo" (2 Co 4:6).

Muchos discípulos de Cristo tienen mayor conocimiento, y más gracia de la que ellos piensan tener; pero no echan mano de lo que no saben como deberían, por lo que se privan a sí mismo de un conocimiento superior, y de una comunión más íntima con Dios. Amén.

"Sabéis el camino". Que esta reflexión pueda ser útil a nuestra vida espiritual. Amén.

Tu amado hermano Marco.
Suecia, Lysekil.
Bendiciones.
www.OrientacionesBiblicas.org

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