Por Marvin Santos.
Jeremías 15:19 : "Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos."
Estas palabras escritas en el Antiguo Testamento, en el Libro de Jeremías, parecen, en muchos casos, haber sido dejadas a un lado por muchas congregaciones de cristianos alrededor del mundo. No quiero sonar como el que levanta el dedo para señalar los errores de los demás, a sabiendas que todos somos imperfectos, sin embargo, es un hecho innegable que la iglesia actual se encuentra más que nunca en una situación de cercanía con las costumbres mundanas a tal grado que ya está arriesgando la integridad de la sana doctrina bíblica originando nuevas tendencias y volviéndose permisiva y flexible en muchos temas.
Estoy de acuerdo que las sociedades y los tiempos cambian y que por lo tanto las instituciones deberían cambiar y adpatarse a esos cambios. Eso está bien, siempre y cuando los pilares fundamentales que han dado vida a esas instituciones no sean removidos. En el caso de la Iglesia Cristiana Evangélica, con esto de la globalización de la economía y de las telecomunicaciones desde el final del siglo XX a la fecha, los cambios que este fenómeno mundial ha generado a nivel social no han pasado desapercibidos.
La eliminación de las fronteras físicas y la virtualización del mundo ha dado como resultado la aceptación como "normal" de muchos fenómenos que antes eran escandalosos. La homosexualidad, el lesbianismo, hoy se aceptan mínimamente como "preferencias sexuales", algunos psicólogos los tipifican como trastornos, muchos científicos los defienden como defectos biológicos o definidos por causa biológica...etc, en la iglesia a nivel general esto sigue siendo considerado pecado aunque en el peor de los casos, hay congregaciones de este tipo de personas en países de Europa y ciudades de los Estados Unidos que dicen ser cristianos y que viven con este pecado como algo normal y que refugiados bajo la bandera de la Iglesia han creado sus propios grupos, donde dicen alabar a Dios.
Así muchas otras cosas se ven como "normales". Para nuestros hijos ver muerte, sangre, violencia, se les ha vuelto "normal"...; ahora más que en ningún otro tiempo en lo personal, he escuchado muchas historias de divorcios, de violencia doméstica dentro de hogares cristianos; ahora es común saber de hermanos en Cristo que en reuniones sociales toman alcohol; inclusive hace dos meses me dí cuenta en Facebook de una congregación en San Marcos que promovía en su culto de jóvenes un día en el cual los jóvenes llegasen disfrazados a la iglesia con trajes de época, y el afiche de promoción del evento mostraba a jóvenes vestidas como para una fiesta en los años ´50, como evocando aquella película "Vaselina", actividad promovida para "atraer" almas a Cristo, sinceramente espero que hayan rescatado a muchos jóvenes, pero donde yo veo el problema es que utilizamos el mundo para llamar al mundo. Es un juicio bastante cerrado y radical de mi parte y pueda que esté equivocado, solicito sus disculpas, pero es mi punto de vista.
Debe existir una frontera visible entre la Iglesia y el Mundo. Que el mundo vea la diferencia que siempre ha visto en la Iglesia. Que el mundo sepa que no bebes porque eres cristiano, que no fumas porque sos cristiano, que no vas a bailes porque sos cristiano, que no gozas el chiste rojo porque sos cristiano, que no bailas por darle gusto a la carne, que lo fornicas, que no traicionas, que sos transparente y cabal porque sos cristiano. Esa es la barrera a la que yo me refiero que hoy se está perdiendo y que es necesario rescatar.
Al final, me pregunto si yo como padre estoy haciendo lo correcto con mis hijos, y tiemblo dentro de mi alma siempre que lo hago. Deberíamos preguntarnos los padres qué tan cerca estamos de nuestros hijos. Deberíamos preguntarnos si somos sus padres, sus amigos o sus policías, o si somos todos a la vez. Deberíamos saber quiénes son sus amigos en Facebook, con quién chatean, conocer a los padres de sus amigos, ser otro más y el mejor de sus amigos. Si lo hiciéramos en realidad todos los padres en El Salvador, no existirían las maras.
En el El Salvador somos 2 millones de cristianos evangélicos. Esto quiere decir que si todos conquistáramos a dos para Cristo, El Salvador solucionaría muchos problemas. Vamos Iglesia! que el mundo sienta tu presencia!, que sientan que existe un Dios en los Cielos que es capaz de cambiar nuestro país.
Estas palabras escritas en el Antiguo Testamento, en el Libro de Jeremías, parecen, en muchos casos, haber sido dejadas a un lado por muchas congregaciones de cristianos alrededor del mundo. No quiero sonar como el que levanta el dedo para señalar los errores de los demás, a sabiendas que todos somos imperfectos, sin embargo, es un hecho innegable que la iglesia actual se encuentra más que nunca en una situación de cercanía con las costumbres mundanas a tal grado que ya está arriesgando la integridad de la sana doctrina bíblica originando nuevas tendencias y volviéndose permisiva y flexible en muchos temas.
Estoy de acuerdo que las sociedades y los tiempos cambian y que por lo tanto las instituciones deberían cambiar y adpatarse a esos cambios. Eso está bien, siempre y cuando los pilares fundamentales que han dado vida a esas instituciones no sean removidos. En el caso de la Iglesia Cristiana Evangélica, con esto de la globalización de la economía y de las telecomunicaciones desde el final del siglo XX a la fecha, los cambios que este fenómeno mundial ha generado a nivel social no han pasado desapercibidos.
La eliminación de las fronteras físicas y la virtualización del mundo ha dado como resultado la aceptación como "normal" de muchos fenómenos que antes eran escandalosos. La homosexualidad, el lesbianismo, hoy se aceptan mínimamente como "preferencias sexuales", algunos psicólogos los tipifican como trastornos, muchos científicos los defienden como defectos biológicos o definidos por causa biológica...etc, en la iglesia a nivel general esto sigue siendo considerado pecado aunque en el peor de los casos, hay congregaciones de este tipo de personas en países de Europa y ciudades de los Estados Unidos que dicen ser cristianos y que viven con este pecado como algo normal y que refugiados bajo la bandera de la Iglesia han creado sus propios grupos, donde dicen alabar a Dios.
Así muchas otras cosas se ven como "normales". Para nuestros hijos ver muerte, sangre, violencia, se les ha vuelto "normal"...; ahora más que en ningún otro tiempo en lo personal, he escuchado muchas historias de divorcios, de violencia doméstica dentro de hogares cristianos; ahora es común saber de hermanos en Cristo que en reuniones sociales toman alcohol; inclusive hace dos meses me dí cuenta en Facebook de una congregación en San Marcos que promovía en su culto de jóvenes un día en el cual los jóvenes llegasen disfrazados a la iglesia con trajes de época, y el afiche de promoción del evento mostraba a jóvenes vestidas como para una fiesta en los años ´50, como evocando aquella película "Vaselina", actividad promovida para "atraer" almas a Cristo, sinceramente espero que hayan rescatado a muchos jóvenes, pero donde yo veo el problema es que utilizamos el mundo para llamar al mundo. Es un juicio bastante cerrado y radical de mi parte y pueda que esté equivocado, solicito sus disculpas, pero es mi punto de vista.
Debe existir una frontera visible entre la Iglesia y el Mundo. Que el mundo vea la diferencia que siempre ha visto en la Iglesia. Que el mundo sepa que no bebes porque eres cristiano, que no fumas porque sos cristiano, que no vas a bailes porque sos cristiano, que no gozas el chiste rojo porque sos cristiano, que no bailas por darle gusto a la carne, que lo fornicas, que no traicionas, que sos transparente y cabal porque sos cristiano. Esa es la barrera a la que yo me refiero que hoy se está perdiendo y que es necesario rescatar.
Al final, me pregunto si yo como padre estoy haciendo lo correcto con mis hijos, y tiemblo dentro de mi alma siempre que lo hago. Deberíamos preguntarnos los padres qué tan cerca estamos de nuestros hijos. Deberíamos preguntarnos si somos sus padres, sus amigos o sus policías, o si somos todos a la vez. Deberíamos saber quiénes son sus amigos en Facebook, con quién chatean, conocer a los padres de sus amigos, ser otro más y el mejor de sus amigos. Si lo hiciéramos en realidad todos los padres en El Salvador, no existirían las maras.
En el El Salvador somos 2 millones de cristianos evangélicos. Esto quiere decir que si todos conquistáramos a dos para Cristo, El Salvador solucionaría muchos problemas. Vamos Iglesia! que el mundo sienta tu presencia!, que sientan que existe un Dios en los Cielos que es capaz de cambiar nuestro país.
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