EL PROPÓSITO DE LAS PRUEBAS.

Por Guillermo Morataya.

Lectura bíblica:
Job 42:1-6, Oseas cap 1-3, Lucas 22:31-34.

Aunque es imposible entender la mente de Dios, Él siempre tiene un propósito para los suyos en medio de la dificultad.

El objetivo de esta sencilla meditación, no es jugar a ser Dios en el sentido de dar una respuesta a aquellas preguntas que nacen en el momento de la angustia, para las cuales sólo el Señor tiene la respuesta; sino mas bien, considerar algunas situaciones a la luz de La Palabra, para las cuales sí existe un por qué revelado en Las Escrituras, y que pueden ser luz en los momentos de dificultad para muchos.

1. Las pruebas como instrumento para el crecimiento espiritual. (Job 42:1-6)

Uno de los primeros aspectos que quisiera considerar, es cuando Dios persigue un crecimiento espiritual en los suyos a través de la dificultad, es en los momentos de angustia donde el cristiano ejercita la fe, aprende a depender de Dios, y tiene experiencias que le permiten conocer más al Señor.

Job era un hombre que La Palabra misma da testimonio de su rectitud e integridad; sin embargo, le sobreviene la dificultad, pierde a sus hijos, pierde su salud, pierde sus bienes. Las personas que le conocen lo ven como un hombre que cosecha las consecuencias de su pecado; se ve de repente: sólo enfermo, pobre y criticado por otros. Ese es el momento de las preguntas, donde las dudas nos acosan, cuando sobrevienen los temores y pareciera que el Dios de nuestra confianza se ha apartado.

Sin embargo, los versículos a consideración nos hablan del resultado de la dificultad en la vida de este hombre: “Conocer más a Dios” (V. 42:5), el Job que salió del horno de la prueba era distinto al que entró, ahora no sólo era íntegro y recto, sino también, ahora era un hombre que había aprendido que Dios es sabio y justo, y sus designios jamás fallan; había aprendido a descansar en El Señor a pesar de la adversidad.

Aunque en el momento de la dificultad nos acosen las dudas, descansemos en la sabiduría de Dios, que resuenen en nuestras almas aquellas palabras que le fueron dichas a Pedro: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13:7). Pablo dice en su carta a los Romanos: “sabiendo que la tribulación produce paciencia, y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza y la esperanza no avergüenza” (Romanos 5:3-5).

Una cosa puedo decirle con solvencia: Dios no falla, nunca abandona a los suyos, y a pesar de que parezca que la tormenta arrecia, el Señor se glorificará siempre en nuestras vidas y después entenderemos el por qué, lo que tenemos que hacer en la dificultad es descansar en Él, declarar Su Señorío y esperar; pues no serán avergonzados los que en ´
Él confían.

2. Las pruebas como un instrumento para prepararnos para el servicio de la obra. (Oseas Cap. 1-3)

El libro de Oseas en sus primeros tres capítulos, nos enseñan la verdad que muchas veces Dios busca prepararnos a través de la dificultad para el servicio de su obra; Él busca poner en nosotros corazones apasionados, sensibles a su voz y al dolor de otros, corazones que sientan como Él siente, el siervo que alcance ésto, será sin duda un instrumento de gran bendición en las manos del Señor.

Oseas es enviado por Dios a tomar a Gomer como esposa, ésta era una prostituta “sagrada” que servía en el templo de baal, de tal unión nacen dos hijos y una hija; sin embargo, Gomer termina abandonándolo, pues era una mujer corrupta e infiel, entregada a sus pasiones. Pero Dios le ordena al siervo: “ve y tómala nuevamente por mujer, perdónala, ámala, vuélvete a ella.”

El corazón de Oseas seguramente se sentía defraudado, adolorido por la traición de una mujer que prefería la vileza, al amor de un hombre que quería honrarla y darle la bendición de un hogar.

Pero esta experiencia, le hizo entender a este hombre cómo se sentía Dios ante el adulterio espiritual de Su Pueblo, la prédica de Oseas no podía ser más una predica fría, sus palabras eran apasionadas, quizá acompañadas de lágrimas; pues él conocía en carne propia el dolor de la traición.

Dios en ocasiones nos permite la tristeza para consolarnos, y así también nosotros podamos consolar a otros; muchas veces permite la angustia para auxiliarnos, y así nosotros podamos enseñar a confiar a otros.

David fue preparado para su reino, primero en el campo cuidando de sus ovejas, después, en la persecución y el exilio pasó hambres y muchas aflicciones; sufrió la traición, y hasta el fracaso con Betsabé tenían un propósito en el ministerio de este hombre, al cual Dios le prometió que de su simiente vendría El que reinaría eternamente sobre Israel.

3 Las pruebas como instrumento para despertar un verdadero amor por El Señor (Lucas 22:31-34).

El otro aspecto a considerar, es el de las pruebas como instrumento para la purificación de nuestro corazón, haciendo brotar los sentimientos de amor, de lealtad y de entrega que El Señor anhela para nuestras vidas.

El pasaje nos habla de Pedro, el cual estaba lleno de muchas buenas intenciones para con El Señor; sin embargo, tuvo que pasar por la prueba para que en él fuere avivado un verdadero amor, un sentimiento de verdadera lealtad que le llevó a dar incluso su vida por el Señor; pero antes, tuvo que conocer el dolor del fracaso, sentir el peso de la debilidad, gustar de la amargura del peso de la culpa y la humillación.

Los antiguos, en el momento de la angustia usaban la expresión: “¿por qué haz traído a memoria nuestras rebeliones?”; reconocían que la prueba venia muchas veces como consecuencia del pecado, pero con el propósito de hacer volver sus corazones al Señor.

Realmente, en este proceso de prueba, quien lo vive, está consciente muchas veces del por qué de la adversidad; y es el momento de escudriñar el corazón y volverse al Señor (Lamentaciones 6:40). Pero volverse a Él con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, una entrega real, que nos duela el pecado y que lo aborrezcamos, que ese amor por El Señor no sea de labios, sino que nuestro corazón arda por Él y por lo que Él hizo por nosotros.

Hay muchos cristianos llenos de muchas buenas intenciones al igual que Pedro, quizá expresivos e impulsivos; pero muy en el fondo necesitan pasar por el horno del Señor para que toda la escoria sea quitada. Existe otro tipo de cristianos que al fallarle al Señor recapacitan, vuelven en sí, quizás porque alguien les hizo ver su error; se dieron cuenta que no convenía la situación que abrazaban. Quizá hasta pasaron al frente de la congregación a hacer una oración de reconcilio, pero en su corazones aún guardan esas situaciones de pecado; todavía lo ven como una probabilidad, no aborrecen el pecado, no les duele haberle fallado al Señor, y por eso Dios permite la prueba para sacar lo que hay en el corazón.

Conclusión:

Si estás pasando por la dificultad, primero examina tu corazón, si hay algo que arreglar con el Señor, hazlo; luego descansa, Él te ama, sus hijos jamás andan solos y nada escapa a los propósitos de Dios. La muerte misma de Nuestro Señor Jesús, incomprendida en su momento, cumplió un propósito eterno en la historia del universo.

Sus pensamientos no son nuestros pensamientos, pero sus pensamientos serán siempre para provecho de los suyos.

Dios te bendiga.

www.OrientacionesBiblicas.org

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