¿A quién iremos?

Por hermano Marco Marin Parra, basado en Juan 6.67-68

67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?

68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Con frecuencia sucede lo mismo cuando algunos se marchan, arrastran a otros a marchase, porque la apostasía es contagiosa; lo mismo pasó con Satanás y los Ángeles que le siguieron en su rebeldía.

Claramente se nos expone el motivo de tal retirada: "desde entonces"; es decir, a partir del momento en que Cristo predicó esta consoladora doctrina: "de que Él es el Pan Vivo, y que quienes se alimenten de Él tendrán vida por Él".

El corazón perverso y corrompido del hombre, toma muchas veces ofensa de lo que habría de ser motivo del mayor consuelo. Con todo, lo que es Palabra y Verdad de Cristo, ha de predicarse y enseñarse fielmente, aun cuando sean muchos o pocos quienes se ofendan de ellos.

Los pensamientos de los hombres han de rendirse cautivos a La Palabra de Dios, en lugar de que La Palabra de Dios haya de acomodarse a los pensamientos de los hombres (2 Corintios 10:5). La palabra de Jesús fue para otros olor de vida para vida.

Muchos se marcharon, pero, gracias sean dadas a Dios de que no todos se fueron. La tierna pregunta que Jesús hizo a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? (V. 67); nótese que no dijo nada a los que se marcharon, porque nada perdía con los que nunca habían sido Suyos. Con la misma ligereza en que le siguieron, se marcharon.

Pero, de esta retirada toma ocasión para preguntar al círculo más íntimo de los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Como si dijese: "Está a vuestra elección el quedarse o marcharos; si os habéis de ir, ahora es la oportunidad, cuando tantos se van".

Cristo no retiene a nadie contra su voluntad; sus soldados son voluntarios, no alistados a la fuerza. Los doce habían tenido ya tiempo suficiente para ver si les agradaba o no la compañía y la doctrina de Jesús; por eso les concede la oportunidad de escoger libremente, confirmar o revocar su decisión de seguirle.

La ferviente respuesta de Pedro en nombre de los demás a la pregunta del Maestro (V. 68-69), como en mucha otras ocasiones, era también ahora como la boca o portavoz de los demás; no tanto por tener un oído más agudo que los demás para escuchar a Jesús, sino, por tener una lengua más larga que los demás; y lo que dijo, unas veces mereció la aprobación, y otras el reproche de Jesús (Mateo 16:17,23), como suele pasarles a los que son prontos para hablar (Stg 1:19).

Pero... Aquí tenemos su buena y firme resolución de seguir adheridos a Jesucristo: "¿a quién iremos?" (V. 68), "¿junto a quién nos marcharemos?... Como diciendo: "No Señor, hemos ponderado nuestra decisión demasiado bien como para cambiar ahora de opción".

Quienes vayan a marcharse de Cristo, deben considerar bien a quién van a seguir. A dónde iremos ¿Volveremos a cortejar al mundo? De seguro que nos engañará. ¿Retornaremos al pecado? De seguro que nos destruirá. ¿Vamos a dejar La Fuente de agua viva para cavarnos cisternas rotas? (Jer 2:13).

Los discípulos (excepto Judas) resuelven continuar en busca de la vida y de la felicidad eterna (Romanos 2:7).

Si hemos de hallar el camino de la felicidad, es menester que le sigamos. "Tú tienes palabras de vida..." (V. 68).

La doctrina que Cristo enseñaba mostraba el camino hacia la vida eterna, y les conducía hasta ella. "Tener palabra de vida", es sinónimo de "tener poder para dar vida eterna" (V. 70-71). Amén.

Honra y Gloria a mi divino Redentor, es por Él que vivo y deseo hacer Su Voluntad.

Tu amado hermano en Cristo
Marco Marin Parra.
Bendiciones.
Suecia - Lysekil.

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