Hablad al corazón (Audio y Lectura).

Por Marco Marin Parra.


Una reflexión basada en Isaías 40:1-8:
1 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.
2 Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.
3 Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.
4 Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.
5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.
6 Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo.
7 La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.
8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

Con este capítulo comienza la segunda parte de la profecía de Isaías. Así como la primera contenía muchas "cargas", ésta contiene muchas bendiciones. Tenemos aquí, la orden de publicar las buenas nuevas de la redención (v. 1-2).

Estas buenas nuevas son introducidas por medio de una voz que clama en el desierto, y da seguridad de que será removida toda obstrucción (v. 3-5), y de que La Palabra de Dios quedará firme y se cumplirá (v. 6-8). Una gozosa perspectiva que de esta redención se ofrece al pueblo de Dios (v. 9-11). La comisión que aquí se da a Isaías es aplicable a todos los que proclaman consuelo para el Pueblo de Dios.

Israel necesitaba un consuelo especial ante la perspectiva de la futura deportación. Se dirigen palabras de consuelo al Pueblo de Dios en general (v. 1). Los profetas reciben instrucciones de Dios para animar al Pueblo de Dios; hay en el mundo un Pueblo que es el Pueblo de Dios, y es la voluntad de Dios que Su Pueblo sea consolado, incluso en el peor de los tiempos.

La palabra reprensión, cuales las tenemos en la primera parte de este libro, deben ser seguidas de palabras de consuelo cuales las tenemos aquí; pues, el mismo que ha herido, también curará.

Estas palabras de consuelo se dirigen, en particular, a Jerusalén (v. 2): "Hablad al corazón de Jerusalén"; no le susurréis, habladle; decidle a voces y habladle al corazón; es decir, cariñosamente (Gn. 50:21).

¿Qué hay que hablarle a Jerusalén? Que su tiempo de servicio ya es cumplido. "El destierro es comparado al servicio militar, al fin del cual recobra el soldado la Libertad". También la vida en general, es comparada a una milicia (Job. 7:1); mucho más lo es la vida cristiana (Ej. 1 Ti. 6:12; 2 Ti. 2:4; 4:7).

Pero la lucha no ha de durar siempre, llegará un día en que cumpla el servicio militar, y entonces, los buenos soldados recibirán no sólo su descanso, sino también, su recompensa; cuando su pecado es perdonado, retirada la causa de sus males, y por eso, son retirados los efectos. Dios está reconciliado con ellos, ninguna otra cosa puede dar tanto consuelo como ésta: "Hijo, ten buen ánimo; te son perdonados tus pecados". Que ha recibido de la mano de Jehová el doble por todos sus pecados.

Puede referirse a un castigo pleno y suficiente por los pecados de Israel, o quizás a una gracia sobreabundante para cubrir sus pecados. De este segundo modo le entendemos: No quiere decir que los sufrimientos de Israel habían bastado para expiar doblemente sus pecados, sino, que el Señor le dio en gracia el desquite; ya que era costumbre oriental devolver la factura doblada al satisfacer una deuda.

Ha recibido el doble para la curación de todos sus pecados, más que suficiente para separarla de sus ídolos, cuya adoración fue el gran pecado del que quiso Dios apartarla mediante la cautividad en Babilonia.

Esta produjo en ellos una arrigada a la idolatría, y fue una medicina doblemente fuerte para purgarla de dicha iniquidad.

Los verdaderos penitentes han recibido, en Cristo y en sus sufrimientos de la mano de Dios, el doble por todos sus pecados, pues la satisfacción que Cristo llevó a cabo con Su muerte fue de valor infinito, por lo que fue más que el doble de los deméritos del pecado; ya que Dios no escatimó a Su propio Hijo (Ro. 8:32). En esta segunda aplicación une admirablemente ambos sentidos de la frase.

Al haber llegado el tiempo del favor de Sión, el Pueblo de Dios ha de prepararse, por medio del arrepentimiento y la fe, para los favores que están destinados para él.

Tenemos aquí (v. 3): "una voz está llamando" (Lit.). Lo que la voz pregona es lo siguiente: "Preparad camino a Jehová" (en el N.T.: Mr. 1:3). En primer término, "la voz celestial llama a preparar un camino real para el Señor, quien guía a los deportados en su camino de vuelta a Sión".

La exhortación a rellenar los baches, rebajar los promontorios, allanar lo escabroso y enderezar lo torcido (v. 3-4), tiene su fundamento en la costumbre antigua de preparar una vía fácil y cómoda para la llegada de un rey o de un alto personaje.

Pero esta exhortación implica un sentido espiritual, "el lenguaje es figurativo de la retirada de todo obstáculo que se oponga en el camino de la liberación". ¿Cómo ha de prepararse este camino espiritual?... Buena pregunta, mediante el arrepentimiento del pecado. Esto es lo que Juan Bautista predicó a toda Judá y a Jerusalén (Mt. 3:2, 5) y, de este modo, preparó para el Señor un Pueblo bien dispuesto (Lc. 1:17). Dios viene por un camino de misericordia, y hemos de prepararnos para Él (v. 3-5).

Suprímase todo lo que puede ser un obstáculo para la entrada de Cristo en un nuevo corazón.

Los que carecen de los consuelos de Cristo a causa de sus depresiones y de su desconfianza, son los valles que hay que rellenar. Los que carecen de dicho consuelo a causa de su orgullo y autosuficiencia, son los promotores que hay que rebajar. Los que son impedidos por perjuicios contra La Palabra y los caminos de Dios, son lo áspero y tortuoso que es menester enderezar.

Cuando todo esto se haya llevado a Cabo, "se manifestará la gloria de Jehová" (v. 5). Cuando los deportados a Babilonia estén preparados, Ciro proclamará el edicto de liberación.

Cuando Juan el Bautista había predicado arrepentimiento por algún tiempo, y hubo así Pueblo preparado para el Señor (Lc. 1:17), fue cuando el Mesías reveló Su Gloria e hizo milagros; así como vendó con Su Gracia y curó con Sus consolaciones, a los que Juan había herido con sus convicciones.

Esta gloria: "toda carne la verá" (V. 5), no sólo los judíos, sino también los gentiles. Mediante la confianza en la Palabra de Dios y no en criatura alguna. Mediante el cumplimiento de las profecías y de las promesas de salvación, se pone de manifiesto que la Palabra de Dios es Segura.

El poder de los hombres tanto para librar como para hacer daño, no ha de ser temido; porque será como hierba frente a la Palabra de Dios (v. 6-8); se marchitará y será pisoteada.

Cuando Dios se dispone a salvar a los Suyos, hace que cesen de depender de las criaturas, y de elevar la mirada a los montes desde donde esperan que venga la salvación. La Palabra de nuestro Dios, la gloria del Señor que ahora va a ser revelada (ya en esta era, en el Evangelio; después, en el reino mesiánico), y la gracia que con ella viene y produce en nosotros sus efectos, todo eso permanecerá para siempre (v. 8).

Toda vida creada es frágil y débil, y finalmente tendrá fin (Is. 37:27; Sal. 90:5; 103; 15); pero La Palabra de Dios permanece para siempre. Se cumplirán las promesas de Dios; no puede invalidarse ni modificarse Su Verdad Redentora. Amén.

Que Dios nos ayude a enfrentar este nuevo año con el poder de Su Palabra.

Tu amado hermano
Marco Marin Parra.
Suecia - Lysekil.
Bendiciones.

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