Por Guillermo Morataya.
Basada en Oseas 4:6: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Pensamiento: La mejor herencia que podemos dar a nuestros hijos, es el temor a Dios.
Dios te bendiga.
Con amor,
Guillermo A. Morataya.
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Basada en Oseas 4:6: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Pensamiento: La mejor herencia que podemos dar a nuestros hijos, es el temor a Dios.
Que Dios se olvide de un ser humano, sería la cosa más terrible que jamás criatura alguna podría vivir, no habría para ese ser esperanza alguna, y divagaría por el mundo movido por el infortunio, teniendo como fin una eternidad de condenación; alejado completamente de la presencia de Dios, en el lugar más triste de todo el universo.
¿Quién querría semejante cosa para si mismo?, pero más aún: ¿quién querría semejante cosa para sus hijos a quienes ama?; qué me diría usted si le dijera que de su actitud hacia Dios, depende en gran parte la eternidad de sus hijos. Veamos con detalle este versículo de la palabra de Dios, para entender esta verdad...
No se puede dar lo que no se tiene:
Sin duda alguna, la herencia más gloriosa que un padre puede dar a sus hijos es enseñarles a temer a Dios; si bien los tratos de Dios son personales, una persona que teme a Dios posee promesas de parte de Él respecto a sus hijos; puede dar testimonio tanto con sus labios como con su ejemplo de la realidad de Dios ante los ojos de sus hijos; esos pequeños tendrán una gran provisión de gracia en sus padres, que Dios usará para revelarse a sus vidas.
Pero es muy triste cuando un padre al ver a su hijo ya mayor, y viviendo las consecuencias del pecado, se acercan a buscar ayuda, y nos dicen: aconséjeme a este mi hijo, evangelícelo, lléveselo para la iglesia; y lo más paradójico: sin conocer ellos mismos al Señor. Pero la realidad nadie puede dar lo que no tiene, un pozo seco por más que desee no puede saciar la sed de nadie, por eso es necesario que todo padre reconozca, primero él su necesidad de Jesús, y luego la necesidad de llevar a sus hijos a los pies del Señor.
La Biblia dice: "Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Proverbios 22:6; pero muchas veces reaccionamos demasiado tarde ya cuando Satanás y el mundo han hecho mella en el corazón de nuestros hijos, arrastrándolos a vicios y otras atrocidades, haciéndoles cosechar el dolor que trae consigo el pecado, y como padres tenemos que llorar impotentes ante la necesidad de nuestros hijos.
Muchos nos preocupamos quizás por los estudios, la alimentación, tal vez de la recreación de nuestros hijos, pero no pensamos en su eternidad, que existe un sólo camino para que ellos sean salvos, y ese camino se llama Jesús, pero para que ellos puedan hallarle es necesario primero que nosotros estemos en el, y desde adentro del camino que conduce a la vida les gritemos: ¡por acá, este es el camino, sígueme hijo, pues yo sigo a Jesús!
Dios se olvidará de tus hijos:
Esta sentencia tan terrible la hacía Dios al pueblo de Israel; pero no era que Dios estaba desechando la descendencia de este pueblo, sino era la consecuencia que este pueblo heredaría para sus hijos al desechar ellos a Dios; el versículo dice: “porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.”; sencillo de entender: al desechar ellos a Dios, cerraban la fuente de revelación para sus hijos, condenándoles a una vida vacía, llena de idolatría, pecado y falsedad. Creo que ningún padre quisiera eso para sus hijos; por esa razón debemos comprender que nuestra responsabilidad es grande para con Dios, Él nos ama y quiere bendecirnos a nosotros y a nuestros hijos, pero debemos invitarlo a nuestras vidas, e invitarlo a nuestros hogares para que nuestros hijos hereden esa bendición que sólo nuestro Señor puede dar.
Conclusión:
Tú que eres padre de familia, ¿cómo está tu relación con El Señor?, no puedes perder más tiempo, pues Satanás y el mundo no pierden tiempo, y mientras tú estás pensando si rindes o no tu vida al Señor, ellos están siendo atados y arrastrados a una eternidad sin Dios y sin esperanza; qué bueno que Dios pueda decir respecto a ti lo contrario que dijo respecto al pueblo de Israel en esa época, y dijera de ti: “y por que te acordaste de la ley de tu Dios, también yo me acordaré de tus hijos.
Dios te bendiga.
Con amor,
Guillermo A. Morataya.
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