Por Marco Marin Parra.
Basado en Gálatas 1:1-9.
La persona que envía la Epístola es Pablo, único nombre que se da desde Hechos 13:9: Apóstol.
Aunque no pertenecía al número cerrado de los Doce, Pablo era "enviado" especial, no de parte de hombre, pues era embajador de Cristo (2 Co 5:20); ni por medio de ningún hombre, ya que la comisión de predicar El Evangelio no la había recibido por medio de otro líder de La Iglesia, ni siquiera de alguno de los Doce; sino, directamente de Dios, por revelación y comisión de Jesucristo (V. 1).
Leamos el versículo 11. Al decir de Dios Padre que lo resucitó (a Cristo) de los muertos, no sólo establece un dato cronológico que sitúa el llamamiento del Apóstol en una fecha posterior a la resurrección del Señor; sino, un fundamento teológico, pues presenta a Pablo como el gran testigo del resucitado y, con Él, de la nueva creación (2 Co 5: 17).
En el versículo 2, asocia consigo en la dirección de la Epístola, a todos los hermanos que estaban con Él; ya se incluyan ahí a todos los miembros de la iglesia desde la que escribe, ya solamente a los que más de cerca colaboran con él en aquel momento.
Con ello, da a entender claramente que, todos ellos compartían plenamente las ideas que el Apóstol expone en la Epístola.
¿A quiénes es enviada La Epístola?
"A las Iglesias de Galacia", es decir, a las distintas comunidades locales existentes en la región.
Extraña un saludo tan general y tan escueto, pero sirve para darnos a conocer que el mal era también general, y que todas las Iglesias de Galacia estaban más o menos "SEDUCIDAS" por las malas artes de los judaizantes, que se habían infiltrado entre los miembros de las aludidas congregaciones.
La bendición del Apóstol (V. 3-5) no falta por eso; más aún, así como el saludo era excesivamente breve, la bendición es copiosamente larga, para que en ella quepa precisamente, un compendio de la tesis que el Apóstol va a sostener a lo largo de la Epístola.
La primera parte de la bendición del V. 3, repite exactamente las frases de Ro 1:7; 1 Co 1:3, y 2 Co 1:2; por lo que no necesita ulterior comentario. Aprovecha (V. 4) la mención que acaba de hacer del Señor Jesucristo, para poner de relieve la solución radical del problema que el pecado de la humanidad presentaba.
Llama al "presente siglo", esto es, al 'mundo' malo (gr: poneroú, malign, malvado).
El mal era, pues, además de profundo, universal; y no podía curarse con los emplastos que los legalistas judaizantes querían aplicarle. Fue necesaria la entrega que de sí mismo hizo El Señor por nuestros pecados, para librarnos de tal mal.
Esa entrega la hizo Jesús, conforme a la voluntad (gr: to thélema, lo que quería) de nuestro Dios y Padre; de un Dios nuestro, que fue para nosotros Verdadero Padre, al engendrarnos al precio de sangre de su Hijo Unigénito, a quien entregó a la muerte por nosotros (Jn 3:16; 10:18; Hch 2:23; 20:28; 2 Co 5:21; Gá 3:13, etc). Así también, en Él y por Él, es el Padre de todos los verdaderos creyentes (comp con Fil 4:20).
Para que mejor se destaque la soberana iniciativa de nuestro Dios y Padre, en la obra de nuestro redención, es a éste a quien Pablo dirige, ampliada, la misma doxología que en Ro 11:36; lo cual, nos da idea de la solemnidad que Pablo confiere a esta bendición (V.5).
"La gloria aquí, tiene un sentido helénico de conocimiento y alabanza de Dios, y de los planes". (V. 6-9) La preocupación del Apóstol se hace patente en estos versículos, ya que los fieles de Galacia; estaban desertando del que los llamó (V. 6); es decir, del Dios Verdadero que les había dispensado tal favor como es La Gracia de Cristo.
Pablo se asombra de que hayan desertado tan rápidamente, es decir, de que la obra destructora de los judaizantes haya penetrado tan a prisa en los ánimos de los gálatas.
¿A qué punto habían desertado con tanta prisa?
Esta pregunta es para nosotros hoy los del siglo 21, a un Evangelio diferente (gr: héteron, otro de distinta especie), pues no hay más que un Evangelio, el que Pablo predicó. Por eso añade (V.7) enseguida que tal seudoevangelio no es otro (gr: állo, otro de la misma serie ) de la misma especie que el verdadero, sino que, con sus falsas doctrinas, los judaizantes les estaban perturbando (gr: tarássontes, agitando) lo que de Pablo habían aprendido, a la vez que pervertían.
"Cambiaban en sentido distinto y contrario".
El Evangelio de Cristo, esto es, que tiene por obra redentora del Salvador, llevado de esta preocupación y, lleno de angustia por el tremendo peligro en que se hallaban las Iglesias de Galacia; el Apóstol, bajo la inspiración de Dios, pronuncia un tremendo anatema (V. 8-9), imprecando la destrucción de cualquiera que se atraviese a anunciar un Evangelio que corriese paralelo, pero contrapuesto al que él les había predicado.
El énfasis que en ello pone, le lleva al Apóstol a incluir el caso hipotético, y aún imposible de que él mismo o un ángel del cielo; esto es, de los ángeles buenos, no caídos, llegase a predicar un Evangelio diferente del que habían recibido por transmisión del Apóstol.
Por aquí se echa de ver que el Evangelio de Cristo es uno, puro y simple; que no admite añadiduras ni sustracciones (comp con Ap 22:18-19).
El Evangelio de Cristo se pervierte, tanto por parte de menos quitándole según hace por ejemplo el modernismo bíblico, como por parte demás, añadiéndole como hacia el legalismo judaizante; y hacen, por ejemplo, la iglesia de Roma y la ortodoxia disidente de Roma.
De ahí la necesidad de un constante "careo" de nuestras opiniones vengan del lado que vengan, con el mensaje puro y simple de La Palabra de Dios. Meditando y revisando en mi mente los mensajes de Cristo. Con dolor y mucha tristeza puedo decir, cómo nos hemos alejado del original mensaje del Evangelio, somos unos gálatas que andamos buscando nuestras propias añadiduras.
Hoy, deseo terminar esta reflexión de acuerdo como lo que está en la Escritura y dentro de mi corazón, Hebreos capítulo 12 del versículo 1 al 29: Puestos los ojos en Jesús... porque nuestro Dios es fuego consumidor. Amén.
Que Dios nos ayude a ser fiel a Su Palabra.
Tu amado hermano Marco Marin Parra.
Suecia, Lysekil.
Bendiciones.
www.OrientacionesBiblicas.org
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Basado en Gálatas 1:1-9.
Gá 1:1-9 RV60: 1 Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), 2 y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: 3 Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, 4 el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. 6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. |
Aunque no pertenecía al número cerrado de los Doce, Pablo era "enviado" especial, no de parte de hombre, pues era embajador de Cristo (2 Co 5:20); ni por medio de ningún hombre, ya que la comisión de predicar El Evangelio no la había recibido por medio de otro líder de La Iglesia, ni siquiera de alguno de los Doce; sino, directamente de Dios, por revelación y comisión de Jesucristo (V. 1).
Leamos el versículo 11. Al decir de Dios Padre que lo resucitó (a Cristo) de los muertos, no sólo establece un dato cronológico que sitúa el llamamiento del Apóstol en una fecha posterior a la resurrección del Señor; sino, un fundamento teológico, pues presenta a Pablo como el gran testigo del resucitado y, con Él, de la nueva creación (2 Co 5: 17).
En el versículo 2, asocia consigo en la dirección de la Epístola, a todos los hermanos que estaban con Él; ya se incluyan ahí a todos los miembros de la iglesia desde la que escribe, ya solamente a los que más de cerca colaboran con él en aquel momento.
Con ello, da a entender claramente que, todos ellos compartían plenamente las ideas que el Apóstol expone en la Epístola.
¿A quiénes es enviada La Epístola?
"A las Iglesias de Galacia", es decir, a las distintas comunidades locales existentes en la región.
Extraña un saludo tan general y tan escueto, pero sirve para darnos a conocer que el mal era también general, y que todas las Iglesias de Galacia estaban más o menos "SEDUCIDAS" por las malas artes de los judaizantes, que se habían infiltrado entre los miembros de las aludidas congregaciones.
La bendición del Apóstol (V. 3-5) no falta por eso; más aún, así como el saludo era excesivamente breve, la bendición es copiosamente larga, para que en ella quepa precisamente, un compendio de la tesis que el Apóstol va a sostener a lo largo de la Epístola.
La primera parte de la bendición del V. 3, repite exactamente las frases de Ro 1:7; 1 Co 1:3, y 2 Co 1:2; por lo que no necesita ulterior comentario. Aprovecha (V. 4) la mención que acaba de hacer del Señor Jesucristo, para poner de relieve la solución radical del problema que el pecado de la humanidad presentaba.
Llama al "presente siglo", esto es, al 'mundo' malo (gr: poneroú, malign, malvado).
El mal era, pues, además de profundo, universal; y no podía curarse con los emplastos que los legalistas judaizantes querían aplicarle. Fue necesaria la entrega que de sí mismo hizo El Señor por nuestros pecados, para librarnos de tal mal.
Esa entrega la hizo Jesús, conforme a la voluntad (gr: to thélema, lo que quería) de nuestro Dios y Padre; de un Dios nuestro, que fue para nosotros Verdadero Padre, al engendrarnos al precio de sangre de su Hijo Unigénito, a quien entregó a la muerte por nosotros (Jn 3:16; 10:18; Hch 2:23; 20:28; 2 Co 5:21; Gá 3:13, etc). Así también, en Él y por Él, es el Padre de todos los verdaderos creyentes (comp con Fil 4:20).
Para que mejor se destaque la soberana iniciativa de nuestro Dios y Padre, en la obra de nuestro redención, es a éste a quien Pablo dirige, ampliada, la misma doxología que en Ro 11:36; lo cual, nos da idea de la solemnidad que Pablo confiere a esta bendición (V.5).
"La gloria aquí, tiene un sentido helénico de conocimiento y alabanza de Dios, y de los planes". (V. 6-9) La preocupación del Apóstol se hace patente en estos versículos, ya que los fieles de Galacia; estaban desertando del que los llamó (V. 6); es decir, del Dios Verdadero que les había dispensado tal favor como es La Gracia de Cristo.
Pablo se asombra de que hayan desertado tan rápidamente, es decir, de que la obra destructora de los judaizantes haya penetrado tan a prisa en los ánimos de los gálatas.
¿A qué punto habían desertado con tanta prisa?
Esta pregunta es para nosotros hoy los del siglo 21, a un Evangelio diferente (gr: héteron, otro de distinta especie), pues no hay más que un Evangelio, el que Pablo predicó. Por eso añade (V.7) enseguida que tal seudoevangelio no es otro (gr: állo, otro de la misma serie ) de la misma especie que el verdadero, sino que, con sus falsas doctrinas, los judaizantes les estaban perturbando (gr: tarássontes, agitando) lo que de Pablo habían aprendido, a la vez que pervertían.
"Cambiaban en sentido distinto y contrario".
El Evangelio de Cristo, esto es, que tiene por obra redentora del Salvador, llevado de esta preocupación y, lleno de angustia por el tremendo peligro en que se hallaban las Iglesias de Galacia; el Apóstol, bajo la inspiración de Dios, pronuncia un tremendo anatema (V. 8-9), imprecando la destrucción de cualquiera que se atraviese a anunciar un Evangelio que corriese paralelo, pero contrapuesto al que él les había predicado.
El énfasis que en ello pone, le lleva al Apóstol a incluir el caso hipotético, y aún imposible de que él mismo o un ángel del cielo; esto es, de los ángeles buenos, no caídos, llegase a predicar un Evangelio diferente del que habían recibido por transmisión del Apóstol.
Por aquí se echa de ver que el Evangelio de Cristo es uno, puro y simple; que no admite añadiduras ni sustracciones (comp con Ap 22:18-19).
El Evangelio de Cristo se pervierte, tanto por parte de menos quitándole según hace por ejemplo el modernismo bíblico, como por parte demás, añadiéndole como hacia el legalismo judaizante; y hacen, por ejemplo, la iglesia de Roma y la ortodoxia disidente de Roma.
Escuche el mensaje aquí.
Hoy, deseo terminar esta reflexión de acuerdo como lo que está en la Escritura y dentro de mi corazón, Hebreos capítulo 12 del versículo 1 al 29: Puestos los ojos en Jesús... porque nuestro Dios es fuego consumidor. Amén.
Que Dios nos ayude a ser fiel a Su Palabra.
Tu amado hermano Marco Marin Parra.
Suecia, Lysekil.
Bendiciones.
www.OrientacionesBiblicas.org
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